La larga fila de coches de altísima gama que aguardaban aparcados en la puerta, con las lunas tintadas de negro como es debido, apenas se veía entre la calima. El fenómeno meteorológico que hace su aparición de vez en cuando de forma caprichosa, se había extendido desde primera hora de la mañana ante el palacio presidencial en Pacífico. Bajo un manto de niebla y de intensa bruma, la estampa del momento que ofreció el edificio de la Diputación recordó al mundo de Moria y se convirtió en la imagen icónica de cómo muchos ciudadanos perciben la institución que se constituyó ayer: un órgano extraño, ubicado en un mundo de fantasía, que discurre alejado de los intereses y cuya estructura recuerda a una vaca lechera exprimida por el compadreo de barra. A las puertas, además de los Audi y Mercedes, había muchos hombres con un cable detrás de la oreja y ya se sabe lo que significa eso. Que te van a echar de un garito o que se está celebrando un pleno de investidura con mucha gente importante rondando por los aledaños.

Ayer hubo muchos de los que se consideran algo en esta vida. Alcaldes, portavoces, diputados, parlamentarios, expresidentes, subdelegados, y representantes de peñas y del mundo divino. En definitiva, esa malla de poder intangible que conforman intereses dispares y que se agazapa cada vez que alguien sale por una puerta giratoria y las sillas cambian de dueño. Y es que la Diputación de Málaga se constituyó por fin ayer, después de haber sorteado el embrollo judicial de Fuente de Piedra, con Elías Bendodo reelegido como presidente de la institución gracias al apoyo de los dos diputados de Ciudadanos.

El acto, que discurrió bajo los efectos de la tercera ola de calor y la habitual parsimonia que tienen estas ceremonias, contó con el espaldarazo que supuso para los populares la presencia de la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáez de Santamaría. En el territorio más amigable posible y lejos de crucigramas y tragedias griegas, se enfundó en un traje verde esperanza y ocupó la primera fila de un Salón de los Pasos Perdidos que lucía abarrotado entre moquetas del poder, corifeos, palmeros y familiares armados de cámaras para inmortalizar el momento.

También estaba por ahí el presidente del PP-A, Juanma Moreno, que se sentó al lado de Sáez de Santamaría dejando una imagen de complicidad imperiosamente bella para los intereses populares en Málaga. Se hace complicado entender cómo todavía queda gente que es del PP y no ha estado aún por estas tierras. Es como renunciar voluntariamente a la felicidad. Cuando por el resto de la geografía los populares han perdido ligeramente el norte, estas coordenadas se han convertido para Moreno y los suyos en un estado de liberación del sufrimiento bajo un cielo eternamente azul.

En cuanto a la indumentaria, se echaron ayer en falta las camisetas reivindicativas de Málaga Ahora que habían lucido los concejales electos al Ayuntamiento de Málaga en su investidura. Por eso de romper un poca la rutina, se entiende. Predominaban, como es normal, los trajes y las corbatas en los hombres. Entre las mujeres, los vestidos de verano. Algunos aptos para romper la tarima de cualquier discoteca digna de mención. Como el que lucía la diputada de Ciudadanos, Teresa Pardo, con una sonrisa alargada.

Por no romper la rutina, precisamente, los chicos de Málaga Ahora empezaron la legislatura igual que en el Ayuntamiento. Indignados. Cualquiera diría que es un estado natural en su especie, pues se han nutrido específicamente de esa sensación. Su andadura en la Diputación comenzó sin una oficina desde donde trabajar de forma rigurosa y eso provocó las primeras quejas amargas en los pasillos. ¿Quizá estamos ante los primeros signos de aburguesamiento? Si alguien esperaba un pleno de investidura algo revolucionario, ahora que todo refranero político habla de entrar en una nueva era, quedó ligeramente defraudado. Cualquiera que viera a los dos maceros escoltando la mesa presidencial, inmóviles y sin pestañear ni ante el aterrizaje de una mosca puñetera en la punta de la nariz, pensaría que tienen razón los que percibieron ayer escenas arcaicas de una institución que se ha quedado anclada en una época bizantina.

Lo que las ideologías han unido, que no lo separe un reparto caprichoso de sillones. Así afrontaron la votación los diferentes diputados desde sus respectivas bancadas. Los de C´s, Gonzalo Sichar y Teresa Pardo, entre la bancada popular y enfrentados a PSOE, IU y Málaga Ahora. Sin sorpresas en las votaciones, a las 12.35, Elías Bendodo fue proclamado nuevo presidente de la Diputación hasta el próximo 2019. Como ya aconsejaba Gay Talese, su primer acto como presidente fue el de honrar a su padre entregándole el bastón de mando. Esto dio lugar a la tradicional intervención de los portavoces. No hizo falta ni un extintor para Rosa Galindo porque, al contrario de lo que se pudiera esperar, más allá de su juramento por «imperativo legal», la portavoz de Málaga Ahora se movió en los mismos parámetros discursivos de acercar posturas que el resto de sus homólogos. Cada uno en su estilo, pero todos superando el límite de la coherencia en un salón de plenos ya demasiado acalorado para absorber reclamas y topicazos.

Este jueves comienza todo de verdad. Con menos bruma y calor.