Siete años llevan los vecinos padeciendo la anomalía administrativa de esta placita ajardinada de la calle Pedro Gómez Sancho. Un enigma burocrático que se prolonga en el tiempo mientras las pulgas, ajenas al misterio, campan por esta zona verde reseca. La rutina de todos los veranos.

La Opinión ya se hizo eco en 2010 de la situaciónLa Opinión, que esta semana resume María José Martín, una vecina: «Esto era un montecillo con unas piedras de mármol. Los vecinos vieron por internet los presupuestos participativos del Ayuntamiento y echaron la solicitud». El Consistorio transformó la pequeña elevación en un parque con bancos, riego automático, plantas aromáticas y en la acera más próxima al bloque de María José, ficus que luego fueron cambiados por naranjos a petición vecinal. Esto ocurría en 2008. En 2015 el panorama no es tan idílico: ni rastro del riego por goteo y en su lugar matojos, pulgas y por tanto un trasiego importante de perros. «Esto lo tienen hecho un cagadero, cada dos por tres tengo que estar peleando con la gente», lamenta María José.

A su lado está Sandra Claro, que tiene dos hijos de 9 y 6 años que hacen uso del jardincito. «Esto está hecho una porquería, ellos juegan ahí porque no tienen dónde jugar», cuenta. «Aquí hay muchos niños de 12 a 6 años y tienen miedo de que pillen lo que sea», critica María José.

En la misma situación está Emilio Álvarez cuando baja a jugar con su nieta. Este vecino, que lleva en el bloque 20 años, pisa la hojarasca que dejan un par de eucaliptos en la placita y mira los árboles con preocupación.«Las hojas se te quedan pegadas a los zapatos y luego cualquier día nos va a caer una rama porque estos árboles están enfermos».

María José Martín recuerda que cada vez que se han dirigido al Ayuntamiento la respuesta ha sido la misma: el espacio no está recepcionado, no se encuentra en la lista de zonas verdes municipales. «Y yo entonces les digo que esto no nos lo trajo Papa Noel, la plaza la hizo el Ayuntamiento», recuerda María José indignada.

Como destaca, un técnico municipal llegó a plantear a los vecinos como solución el cortar los árboles. «Pues se cortan», respondieron los vecinos, que aportan una solución menos tajante: «Si no nos lo recepcionan, y como todos los años hay bichos, que nos dejen poner una valla y los jardines los arreglamos nosotros».

En el momento de visitar la plaza, cuenta María José, hacía unos días alguien había quitado los matojos y los había dejado amontonados en la plaza.

Los vecinos no quieren la limpieza aislada cada vez que denuncien el caso en los medios de comunicación sino que el Ayuntamiento se haga cargo al cien por cien del jardincito que al fin y al cabo diseñó el Consistorio y que por tanto tenga una limpieza periódica.

Por último, se quejan de unos cables de teléfono atados a la barandilla del vecino arroyo del Burro, en su opinión un solución chapucera que también debería desaparecer.

El director de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez del Álamo, visitó ayer la plaza ajardinada y declaró que aunque no esté recepcionada «es suelo municipal y podemos hacer algo para mejorarla». En concreto mencionó plantas como las aloes, más acordes con los eucaliptos, para que no se pierdan; «algo que no requiera riego», apuntó e informó de que se va a limpiar la zona peatonal y a cambiar en la calle tres naranjos porque están secos.