Cuando el sol aprieta con fuerza algunos cocheros colocan una pequeña sombrilla a los caballos, «pero algunos no lo permiten porque son más ariscos», comenta el cochero Juan Ríos, que señala una yegua en la parada de la plaza de la Marina frente al puerto: «Dentro de cinco minutos estará chorreando porque hace 33 grados y los animales sufren ahí».

Sufren y como muestra lo que esta semana le pasó a un caballo: «El coche se tuvo que volver, el caballo tuvo un mareo por el sol y para el veterinario ciento y pico de euros. ¿Hay derecho a eso?», se pregunta el también cochero Antonio Domínguez.

En la actualidad, la actividad de los cocheros de Málaga, con las obras de peatonalización en el entorno de la Catedral, se ha visto reducida a tres paradas: el Parque y sendas paradas al norte y sur de la plaza de la Marina. Estas dos últimas a pleno sol y además de los cocheros, de la situación de los animales se dan cuenta los clientes: «Tenemos que aguantar broncas pero a la gente no se le mete en la cabeza que nosotros no queremos estar aquí. ¿Usted cree que a mí me gusta tener a un caballo, animalito, ahí? Si me dejaran pondría un toldo en dos minutos», cuenta Julio Jiménez, otro veterano cochero.

Aunque para veteranía Antonio Muñoz Viberti, de 67 años, la cuarta generación de cocheros. Antonio ha sido testigo de los últimos años de esplendor de un colectivo que superaba en número al taxi y que hoy se ha visto reducido a 55 licencias en unas condiciones, critican, muy malas.

En la pasada comisión de Urbanismo, Antonio pudo hablar en nombre de sus compañeros, al hilo de una moción del PSOE, aprobada en el pleno de ayer por unanimidad, que pedía mejorar las condiciones de trabajo de los cocheros y para empezar, que las paradas tengan sombra y agua, algo que sólo se cumple en la parada del Parque, frente al puerto. En todo caso Antonio Muñoz puntualiza que las tres paradas son en realidad una: «Como están tan cerca, cuando hay barcos y están enganchados todos los coches las tres paradas se juntan, no cabemos, nos ponemos en doble fila y los guardias nos multan», se queja.

En la comisión de Urbanismo, por cierto, Antonio Muñoz subrayó que ni en la posguerra estaban tan mal tratados los cocheros. «Esto no es solo por las obras, está el autobús turístico, la bicicleta... todos se ponen en todos lados menos nosotros», subraya.

A este respecto, destaca la gran diferencia entre Málaga y Sevilla. En esta última, resalta, hay paradas de coches de caballos por todo el casco antiguo peatonal mientras en Málaga los trayectos se hacen cada vez más fuera de la zona peatonalizada. «Es que el turista viene a ver los monumentos y museos no a que le enseñen el Paseo de la Farola y la playa, pero no nos dejan entrar», se queja Antonio Domínguez».

La moción aprobada ayer por unanimidad en el pleno compromete además al Ayuntamiento a un diálogo permanente con los cocheros para conocer sus demandas e informarles de cambios, así como a dar a conocer sus servicios a los turistas.

Como recuerda Viberti los coches de caballos necesitan al menos recuperar las paradas perdidas estos años por obras, como las de la Catedral y Molina Lario, además de agua, sombra y que muchas calles peatonales del Centro Histórico hoy vedadas puedan contar con la presencia de este histórico transporte que, por cierto, mantiene la misma tarifa desde 2006: 30 euros por 45 minutos. Al Ayuntamiento le toca ahora hacer realidad el acuerdo de ayer.