El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Málaga vino a reconocer anoche los problemas de suciedad en la capital al calificar el concejal de Medio Ambiente, Raúl Jiménez, con «un cuatro» la limpieza de la ciudad «en verano» y de «un ocho en invierno».

En la misma intervención el concejal dejó muy tocado el futuro del actual gerente de Limasa, Rafael Arjona, calificando su gestión con «un cinco» y, sobre todo, señalando que «la situación ha ido cambiando de manera negativa en cuanto a la productividad en los últimos años».

El concejal hizo estas valoraciones durante el pleno de ayer a instancia de las preguntas realizadas por el portavoz de Ciudadanos, Juan Cassá, que le pidió que valorará «sin rodeos» tanto la prestación del servicio que realiza Limasa, como la gestión del gerente de la empresa, y que finalmente pusiese nota también al «civismo de los ciudadanos».

Cassá fue muy crítico y señaló que el escenario de la limpieza en Málaga solo tiene tres valoraciones posibles: «sucia, muy sucia o insoportablemente sucia» y que esto se debe a que «la empresa no está bien gestionada», por lo que lamentó que esta situación haga «poco habitable la ciudad y dañe la imagen de una capital que hace sostenible su economía gracias al turismo.

Sin soluciones. Tal es así que ironizó con el deseo del Ayuntamiento de aspirar a ser la capital verde europea, preguntándose si realmente «estamos más cerca de ser la capital de la suciedad».

Cassá mostró su «preocupación» al observar «cómo el equipo de gobierno está convencido de esa suciedad, pues eso quiere decir que no vamos en la buena dirección».

Exigió al concejal y al equipo de gobierno «soluciones» y dijo que en este capítulo «puede contar con nosotros. Parece que ustedes solos no están en condiciones de aportar soluciones».

Ampliando las valoraciones realizadas anteriormente, el concejal de Medio Ambiente añadió que los problemas de falta de limpieza pueden valorarse en un 20% por la falta de civismo; en un 25 a 30% por la suciedad que producen los árboles sobre las aceras y el resto, el otro 50%, al servicio que presta la empresa.

Por momentos, el concejal se dejó llevar por cierto descorazonamiento al lamentarse de que «nos esforzamos en baldear cien calles cada día, pero nos dura muy poco pues a los cuatro o cinco días la zona está igual».