­El Centro Internacional de Criocirugía y Criomedicina (ICCC), con sede en Málaga es el primero de España en aplicar un nuevo tratamiento con gases a baja temperatura para tratar la hiperplasia benigna de próstata con buenos resultados y propiciando que el paciente mantenga todas sus funciones sexuales, ya que este no pierde ni la erección ni la eyaculación.

La inflamación o el aumento de tamaño del órgano mejora gracias a este tratamiento, que pone en práctica la intensidad media específica de esta técnica de congelación para tratar hiperplasias benignas de próstata en pacientes que no son aptos para la cirugía o el láser por contraindicación médica, como problemas cardiovasculares, de coagulación, próstatas que por su tamaño no pueden ser operadas o bien porque los pacientes no quieren renunciar a una vida sexual completa. Además, el director médico de este centro, Pedro Torrecillas, señaló ayer durante la presentación de la técnica que se puede realizar con anestesia local, en el hospital de día o en la consulta, lo que mejora la recuperación del tratamiento. Esta nueva técnica sirve para tratar sólo tumores benignos, por lo que se descarta su uso para casos oncológicos, para lo que este centro emplea otra criocirugía más intensa con 100 grados menos. Es decir, para esta novedosa se emplea a menos 90 grados y para los casos de oncología a menos 190.

Torrecillas afirmó en el acto que este tipo de criomedicina sirve también para tratar los fibromas y quistes mamarios. Para ello, se punza con una aguja muy fina y se congelan los tejidos, lo que hace que se reabsorba en unas semanas. Además, en caso de que se repitan se puede volver a hacer el tratamiento porque no deja cicatrices.

El centro malagueño es el primero del país en llevar a cabo esta técnica y el segundo de Europa. De hecho, trataron a la primera paciente, que había viajado directamente desde Francia para tratarse un problema en la mama. «No deja hendiduras, ni cicatrices, las mejoras son evidentes», apuntó el doctor, que destacó que en ningún caso el gas toca al paciente, pues este circula por el interior de la aguja para enfriar, a su llegada, los tejidos. «El gas enfría solo la punta de la herramienta», apuntó Torrecillas, que prevé que se implante en el futuro para problemas en el cuello del útero.

De hecho, el consejero delegado de la firma fabricante del equipo que ha permitido implantar esta técnica, Metrum Cryoflex, Wies?aw Brojek, explicó que al no dejar cicatrices permitirá a las mujeres -sobre todo a las que aún no han sido madres- que el cuello del útero funcione bien y sin los clásicos rebordes ocasionados por la cirugía convencional.

Esta empresa crea las máquinas para dicho método con agujas quirúrgicas muy finas que soportan las bajas temperaturas del argón y el CO2, gases utilizados para esta técnica. Brojek argumentó que el funcionamiento de las máquinas se basa en las bajas temperaturas que secan el tejido, por lo que se mejoran los resultados del procedimiento, además de estimular el sistema inmunológico y controlar el dolor de los nervios afectados. Así, apuntó a que muchos de estos se regeneran.