­Si usted está en la franja de los 16 a los 29 años y piensa emanciparse o, por su parte, está viendo como sus hijos no abandonan el cobijo paternal, tiene a todas las estadísticas en su contra. Los últimos datos publicados por el Observatorio de Emancipación para Andalucía se muestran inflexibles y colocan al 80% de los jóvenes aún en casa de sus padres. La mayoría de ellos hizo lo que se les pidió. Estudio, esfuerzo y determinación para encontrar un trabajo que les permita, a la postre, emanciparse, llevar una vida independiente y volar del nido.

Sin embargo la situación actual, agravada por una crisis que se muestra tozuda y que ha golpeado, sobre todo, a los más jóvenes dibuja una realidad muy distinta a la que muchos vaticinaban y que pone, a su vez, en duda cualquier amago de recuperación económica. Al menos, sobre el calado que pueda tener entre una generación nacida en los años 80 y 90 ,que observa, con incrementada resignación, cómo la precariedad se está convirtiendo en una forma de vida.

Eso es, al menos, lo que reflejan los datos publicados por el informe del Observatorio de Emancipación para el cuarto trimestre de 2014. Tan sólo el 19,5% de la población de 16 a 29 años en Andalucía ha logrado establecerse en una vivienda independiente a la de origen.

Eso significa que el 80 por ciento de los jóvenes andaluces sigue viviendo con sus padres, lo que sitúa a la comunidad autónoma en la cola en cuanto a la comparativa europea. La explicación para estas cifras raquíticas vienen directamente de la mano de la delicada situación que presenta el mercado laboral. Tan sólo el 31,4 por ciento de las personas en esta franja de edad está trabajando. En cuanto a las condiciones del trabajo, el informe resalta el aumento considerable de la «insuficiencia de horas, la sobrecualificación y la temporalidad» que padece el colectivo de personas jóvenes ocupadas. Si se toma como referencia el tipo de contratos realizados en el cuarto trimestre de 2014, la realidad revela unos porcentajes demoledores. De todos los contratos realizados en Andalucía durante este espacio de tiempo, un total de 360.223, unos 354.517 han sido contratos temporales. Esto significa que de todos los contratos realizados, sólo el 2,6% han sido contratos indefinidos, mientras que el resto de empleos ya han partido con fecha de caducidad desde el inicio de la actividad laboral. En general, los datos del informe dejan claro que la población andaluza sufre una fuerte exclusión del mercado laboral. A pesar de tener la tercera tasa de actividad más alta de España (58,5 por ciento), solamente el 34,4 por ciento de los jóvenes menores de 30 años está trabajando. Esto coloca a Andalucía como la cuarta comunidad autónoma con la tasa de empleo más reducida de España. El porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan está en un 27,2 por ciento.

El precio de la vivienda

Con un mercado laboral precario y viviendo a salto de mata, la compra de una vivienda discurre casi por derroteros imposibles. La media de la parte de los ingresos necesaria que daría acceso a la vivienda en propiedad o alquiler, bajo las actuales condiciones del mercado inmobiliario, requeriría, según los datos aportados por el informe, un esfuerzo económico superior al 30 por ciento del sueldo de una persona joven.

Para las personas que se mueven en la franja entre los 16 hasta los 24 años, la cantidad asciende hasta, aproximadamente, el 65 por ciento del total de sus ingresos. Con estas cifras golpeando, coge fuerza la teoría del presidente del Consejo de la Juventud de España, Héctor Saz. «Que los jóvenes se emancipen es una utopía», afirma de forma rotunda.

Curiosamente, y al contrario de lo que se podría pensar, la emancipación no está directamente ligada al nivel de estudios. El colectivo de personas jóvenes con menor nivel de estudios y las personas que no siguen formándose son los que presentan tasas de emancipación por encima de la media andaluza, que ronda el 21 por ciento. Los jóvenes de menos de 30 años, que sólo posee estudios primarios, muestra una tasa del 29,3 por ciento.

Otro efecto de la crisis, que se está cristalizando ahora, es el fenómeno de la sobrecualificación. El 57,5 por ciento de los menores de 30 años ha vuelto a prolongar su etapa formativa por la falta de expectativas. Ante un mercado laboral que se muestra cerrado, los andaluces acumulan formación teórica, pero carecen de una experiencia laboral. En ese sentido, la falta de perspectivas sigue empujando a los jóvenes andaluces a buscar su suerte en el extranjero. Unos 2.480 jóvenes de menos de 30 años han abandonado Andalucía en el cuarto trimestre de 2014. Con respecto a los datos de 2013, la emigración de jóvenes de nacionalidad española ha aumentado en un 27,5 por ciento. La sangría, a pesar de coletazos de recuperación económica, no para.