­El juicio del caso Fergocon, por la supuesta contratación irregular de obras en Marbella a una empresa vinculada a dos de los hermanos de José María del Nido en 2001 y 2002, se ha convertido en una inesperada plataforma para que los grandes protagonistas del saqueo del municipio durante los años del gilismo entonen el mea culpa. Si en la primera sesión del plenario, el expresidente del Sevilla Fútbol Club se mostró muy arrepentido y calificó su comportamiento de «deplorable», este jueves le tocó en turno al exregidor Julián Muñoz: «Me arrepiento profundamente y de corazón de los hechos que he cometido en esta causa, y de otros causas que pudiera tener pendientes y por las que estoy cumpliendo».

La afirmación del exalcalde es histórica, porque no sólo confiesa su participación en este caso, sino en las que están por venir (El Pinillo, Goldfinger, caso Convenios, etcétera...) y en aquellas en las que ha sido sentenciado y por las que cumple condena desde abril de 2013 (Minutas, Malaya, Saqueo 2 y Pantoja).

La sola imagen de un Muñoz derrotado contestando a las preguntas de la Fiscalía y de su defensa deja claro que su salud es muy mala. Este jueves compareció en la Ciudad de la Justicia otra vez con un pantalón de chándal y una camisa negra, muy delgado, haciendo uso continuo de un pañuelo y sin afeitar. Para más inri, escucha poco y pidió en varias ocasiones a los letrados que hablaran más alto. Entre pregunta y pregunta, tosía con profusión y dio síntomas evidentes de cansancio. La Audiencia le ha retirado hace una semana el tercer grado, pese a que su defensa insiste en que en poco podría sufrir un infarto o un ictus por sus afecciones (se habla de diabetes, graves problemas circulatorios por el tabaco, que ha dejado, entre otras...).

Lo que Muñoz aceptó ayer es que José María del Nido percibió parte de sus honorarios profesionales por el asesoramiento al Ayuntamiento de Marbella incluyendo un sobrecoste del 10% en obras adjudicadas a dedo a la empresa de dos de los hermanos Del Nido, Fergocon. Ello lo corroboró ayer Del Nido. Ambos se enfrentan a 11 años de prisión.

El exalcalde fue ayer una sombra de sí mismo, un tipo absolutamente sobrepasado por sus circunstancias, inmerso en el epicentro de un maremoto que es incapaz de detener. Por eso, la validez de su testimonio puede calificarse de histórica, aunque en cierta forma admitió hechos generales pero se presentó como un títere en manos de un dios mayor: Jesús Gil, el hombre que hacía y deshacía a su antojo en la Perla del Mediterráneo.

El presidente y ponente del tribunal, Pedro Molero, le eximió de seguir declarando en el juicio, le preguntó en varias ocasiones cómo se encontraba ante los síntomas evidentes de fatiga, y le deseó una pronta recuperación. Además, le permitió volver a la cárcel en la conducción del mediodía para evitarle más fatiga.

«Pido perdón a una ciudad que se portó muy bien conmigo, Marbella; me arrepiento del perjuicio que pueda haber causado en general, y a Marbella en particular», precisó, palabras que pronunció desde la «frialdad de la meditación y la reflexión». El fiscal, Carlos Yáñez, le preguntó qué puede hacer él para reparar el daño causado. El exregidor dijo que él sólo tiene el capital de la herencia de sus padres, el piso de Ricardo Soriano (avenida marbellí) y los bienes retenidos por la Audiencia. «No tengo más patrimonio que el aportado a la Audiencia Provincial», dijo.

Luego, se presentó como un hombre de paja de Gil, que rubricaba lo que él le decía. «He firmado hasta en las barras de hielo, todo lo que me ponía Jesús Gil, desgraciadamente para mí y para la ciudad, que resultó perjudicada». Fue Gil quien negoció la forma de pagar a Del Nido con los sobrecostes de Fergocon. Eso sí, el día antes el abogado sevillano dijo que un tercio del dinero de las facturas infladas iban a parar al alcalde, Muñoz y Gil según el año, lo que el exregidor negó categóricamente.

«No se movía nada que Gil no autorizara»; «Marbella tenía un solo dueño»; «no es por echar la culpa a nadie, asumo la mía, pero todos, desde los tenientes de alcalde a los coordinadores, estaban a las órdenes de Gil», son algunas de las perlas con las que sorprendió incluso al fiscal Anticorrupción. Indicó que, otra cosa, es que los indios «fueran a su aire», es decir, que cada uno hiciera el negocio por su cuenta, definió Yáñez, a lo que contestó Muñoz: «Eso es».

Luego, volvió a recitar su letanía: «Yo era un títere al servicio de Jesús Gil»; «me limitaba a obedecer»; «todos despachaban con Jesús Gil». Habló de su rebelión en 2003, cuando fue elegido alcalde. «Me empezaron a hacer caso cuando fui alcalde alcalde, y dije hasta aquí hemos llegado, y eso costó una moción de censura». Acto seguido, fue más gráfico: «Cuando empecé a pensar me cortaron la cabeza». Incluso, se lamentó de no haber plantado cara a Gil y a Del Nido: «No tuve lo que tuve que tener para enfrentarme a Gil y a Del Nido».

Finalizó su perorata, tras consultar su libreta de cuadros repleta de anotaciones, asegurando: «En el Ayuntamiento de Marbella era casi todo posible», para insistir al minuto que Del nido no le dio sobres y ofrecer su pensión de jubilación a Marbella. Ayer reconocieron los hechos además dos hermanos de Del Nido, que pidieron perdón.