­Psicólogo del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) pone cara todos los días al drama de la violencia de género. Tras 16 años de experiencia al otro lado de la mesa, ha escrito tres libros para ayudar a las personas a huir de una relación insana, para aprender a amar y para mejorar las relaciones. Aún así, es crítico con una sociedad en la que, cree, cada vez aumentarán más los casos de violencia machista por la falta de educación y valores.

Escribe libros para ayudar en relaciones y lucha contra la violencia de género desde el IAM. ¿Esto último le ha ayudado a entender cómo no hay que amar?

Sí, por supuesto, viendo por qué fallan las relaciones, cuáles son los principales problemas, las causas, he visto la evolución de las relaciones y visto posibles soluciones. En definitiva me ha dado el enfoque para desarrollar relaciones sanas, constructivas, que sumen y no resten desde el respeto, la igualdad y la libertad.

Este verano está siendo nefasto en crímenes de violencia machista. ¿Esta época aflora la aparición de estos casos?

En verano aumenta la conflictividad porque hay más tiempo libre, con lo cual indirectamente da lugar a más roces, también por el régimen de visitas, vacaciones, salir de la cotidianidad... las temperaturas indirectamente contribuyen, pero en todo tipo de conflictos, también en familiares, de amistad, en el trabajo... En verano suele haber un pico alto.

Ayuda a las mujeres a reconstruir su vida desde el punto de vista psicológico. ¿Vuelven a ser las mismas después de una relación en la que ha habido malos tratos?

No. Luego hay mucha variabilidad, no hay dos víctimas iguales ni dos casos iguales, en algunos casos empiezan a definir su vida con otra trayectoria mejor, hay otros en los que hay reincidencias... por eso la variabilidad es bastante grande, aunque también depende de en qué momento solicita la ayuda, si abandonan los grupos de tratamiento, si están o no en situación de desempleo, si tienen desarraigo familiar... Hay muchas diferencias.

¿Y los niños? ¿Cómo se puede trabajar con ellos para paliar las consecuencias de haber sido testigos o víctimas de violencia de género?

No los atendemos directamente, pero sí los derivamos a los programas conveniados. Hay una mayor probabilidad de que desarrollen en el futuro, es un factor más de riesgo, por eso conviene trabajarlo lo antes posible a nivel de apoyo psicológico. Por eso tenemos un plan de seis a 17 años de hijos e hijas de víctimas de malos tratos, pero siempre que la mujer quiera derivarlos a atención psicológica individual, lo mejor es que sea pronto. Este verano hemos tenido un caso en el que, pese a la oposición de progenitor hubo una resolución judicial que determinara que esos menores fueran a tratamiento psicológico.

¿Por qué los utilizan como instrumentos?

Como moneda de cambio o de revancha. Con estos casos se ve hasta qué punto un ser humano es capaz de hacer daño a través de los hijos, matando a la mascota o donde más duele. Hace años tuve un caso de un hombre que su forma de vengarse fue rompiendo una foto de alto valor sentimental para la mujer, de un hijo que había fallecido en un accidente. Ella la tenía en un mueble y sabiendo el especial significado que tenía para ella, la rompió para hacerle daño.

Su primer libro «SOS, mi chico me pega pero yo le quiero» es un manual contra el sexismo y en el segundo da pautas sobre cómo amar. ¿En qué han cambiado las relaciones?

En mis 16 años en el IAM he visto una evolución. El cambio que he visto es que las parejas cada vez lo son más rápido, como que a los tres meses ya vivan juntos, a una persona no se la conoce hasta que pasa al menos un año. Todas las personas, de todos los tipos de relaciones, hasta que no crees que te han aceptado esconden aquello que no es aceptable. Cuando una de las partes cree que la otra ha aceptado deja de hacer ese esfuerzo de teatro y se relaja y se muestra más sinceramente que en el periodo anterior, ahí es cuándo se muestran como son realmente. Si la persona es maltratadora, ahí es cuando empieza a poner sus normas y límites, a controlar. Es cuando en la consulta dicen: «él cambió». Luego hay otros momentos significativos delicados, como empezar a convivir, el embarazo, cuando nace un niño... Aparte, hay personas que no saben estar solas y recién acabada una relación se meten en otra. Para emparejarse siempre es conveniente estar sin pareja y haberlo aceptado y superado. Es fundamental saber estar solo, la felicidad te la tienes que generar tu mismo. Es fundamental la independencia emocional, la económica y la funcional.

¿Hay más malos tratos ahora o ahora se conocen más?

Lógicamente se conocen más porque se divulgan más, hay más recursos y hacen efecto llamada. Sí diría que hay más, especialmente en gente más joven, cada vez baja más la edad.

¿Qué está fallando para que haya malos tratos en la adolescencia?

No hay una igualdad social, no hay una educación igualitaria, no ya en el ámbito escolar, sino en la familia. Las mentalidades han cambiado poco, muchas familias crían pero no educan, muchas creen que la educación es cosa del ámbito escolar por dejadez o comodidad. No se cuida demasiado educar en el respeto, la igualdad o la corresponsabilidad. Y también falla el modelo de ejemplo, puedes instaurar valores pero si tu modelo de conducta se contradice siempre tiene más peso.

La editorial EOS publica su su tercer libro en noviembre.

El primero trató de llenar el hueco en el mercado contra la violencia y los malos tratos en jóvenes, salió en 2009. El segundo trató de aportar un modelo alternativo de relaciones sanas, constructivas, era como la cara B del disco, como la alternativa positiva. En el tercero voy más allá y enfoco cómo mejorar las relaciones interpersonales en la familia, el trabajo, las amistades... Son pautas y recomendaciones.

¿«Desaprendemos» a relacionarnos?

Más que desaprendiendo creo que en esta época de mayor número de tecnologías cada vez hay más incomunicación, más facilidad de conexión por mil sistemas y sin embargo hay una vulgarización y frivolización de la comunicación. Se ven parejas, amigos, con los móviles, desatendiendo conversaciones para mirar el Whatsapp. Hay muchas posibilidades de comunicación pero si no se saben controlar, juega contra ellas.