­El Obispado también se suma al deseo de ayudar a dar respuesta a la crisis humanitaria provocada por el exilio de miles de refugiados provenientes de Siria. La institución eclesiástica reclama solidaridad a la ciudadanía y a las instituciones y anima a la acogida de refugiados. El vicario de Acción Sociocaritativa de la Diócesis de Málaga, Gabriel Leal, animó ayer a las comunidades cristianas, instituciones y administraciones públicas a que acojan a los refugiados que están llegando a Europa huyendo del conflicto sirio.

Leal aseguró que «el Obispado está dispuesto a ayudar, a arrimar el hombro y a poner los pocos o muchos medios que tengamos, si son los adecuados». También indicó que la Iglesia malagueña está colaborando con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), ya que el Obispado posee una infraestructura de sitios habitables «muy reducida», por lo que es esta entidad la que se encarga de gestionar los lugares de acogida. Además, precisó que Cáritas está planteando, a través de su propia red, acoger a algunas personas, aunque «por desgracia tenemos pocas superficies». En relación con las administraciones públicas, señaló que la Conferencia Episcopal Española y el papa Francisco han demandado a los jefes de Estado europeos que actúen. «Nosotros se lo pedimos a todos los cristianos, a las administraciones públicas malagueñas y a todas las instituciones de la Iglesia que tengan la posibilidad», precisó. Además, apuntó que «no hemos hablado de este tema» con el Ayuntamiento de Málaga, pero añadió que la actitud del equipo de gobierno actual, especialmente, del alcalde, Francisco de la Torre, es «de una gran sensibilidad en estos temas, y no me cabe la menor duda de que arrimarán el hombro». Sobre la Junta de Andalucía se reafirmó en los mismos términos.

«Una crisis horrorosa»

Según lo constatado por los últimos hechos, el vicario lamentó que se trata de una crisis «horrorosa» que «nos toca porque muchos de ellos son creyentes y han sido perseguidos, cristianos fundamentalmente, pero también musulmanes», aseguró. En ese sentido añadió que «nos toca» porque si no los acogemos «tendremos que guardar el evangelio en un congelador», agregó en relación a la posibilidad de mirar para otro lado. «Gracias a Dios, parece que se han despertado las conciencias en Europa, a nivel de jefes de Estado», aplaudió, añadiendo que «la Iglesia seguirá haciendo lo que ha venido haciendo, sólo que si hay que esforzarse más, intentaremos hacerlo hasta donde podamos», señaló, preguntándose «cómo no lo vamos a hacer».

Finalmente, destacó que, a pesar de todo, existe colaboración: «animar a que no aparezcan brotes de rechazo y a que las comunidades cristianas acojan a los refugiados como son», porque «la mayoría de los que vienen son cristianos, son hermanos nuestros, y tenemos que abrirles las puertas de par en par en todos los sitios. Vienen a su casa».