­«Me voy a matar», «ojalá me muera», «estoy cansado de vivir». Son las expresiones más habituales que pronuncia un suicida poco antes de quitarse la vida. El 90% de ellos avisa de que lo hará pero, normalmente, la señal no sirve para nada porque el oyente no hace nada. «El suicida lanza señales, es una llamada de auxilio», explica la vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental Mª Ángeles Castillo, que reconoce que la mayor parte de estas no reciben la atención suficiente.

Pero, ¿qué lleva a una persona a quitarse la vida? No hay una única respuesta y todas valen, porque puede deberse a multitud de razones. Estar planificado o ser fruto de un impulso. Tener problemas de salud mental o estar sano. Lo único que todos los suicidas tienen en común es que en quitarse la vida ven la solución a su problema, es decir, quieren dejar de sufrir. Hoy se celebra el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, una jornada en la que autoridades sanitarias y sociales quieren recordar la importancia de actuar respecto a la primera causa de muerte no natural en España.

Cada treinta segundos se quita la vida una persona en Europa y cada tres segundos alguien lo intenta. En España causa el doble de muertes que por accidente de tráfico. De hecho, sólo en 2013 al menos se quitaron la vida 3.800 personas. En la provincia de Málaga, la cuarta del país, la cifra ascendió a 179 frente a 41 muertos en carretera, es decir, hubo cuatro veces más suicidios que víctimas de accidentes de tráfico. Fue la primera de todas las provincias andaluzas, seguida de Sevilla con 161de un total de la región de 808.

El año pasado, los voluntarios de los centros del Teléfono de la Esperanza en España atendieron 1.745 consultas telefónicas en las que los llamantes manifestaron de manera explícita su intención de suicidarse, un 6% más que el año anterior.

La psicóloga Mª Ángeles Castillo, miembro del equipo de Emergencias de la institución, recuerda que hay que prestar atención a las señales de las personas que manifiestan su intención de suicidarse, aún cuando se crean falsas. «Ante la duda no hay que correr riesgos», señala la experta, que apunta a que ante una de estas afirmaciones hay que actuar «de inmediato», aceptar el sentimiento de miedo, no dejar a la persona sola y hacerle compañía, adoptar medidas de seguridad como quitar objetos lesivos y buscar apoyo profesional. Ante estas pautas, desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental también recuerdan qué no hay que hacer: no dejarle solo, no regañarle o minimizar la amenaza, no comparar o juzgar, no banalizar, no prometer confidencialidad y no sermonear ni dar consejos fáciles que puedan bajar su autoestima.

Aunque no se trata de hacer sentir mal a la familia de la persona que se ha quitado la vida o se la quiere quitar, la psicóloga recuerda que de su correcta actuación dependerá el resultado final.

El perfil de personas que amenazan con hacerlo sí es relevante. La mayoría de los suicidas son hombres y estos suelen lanzar menos señales, mientras que también es importante la edad. Cuanto más mayores, más reservados. Por tanto, el sector que más informa de sus intenciones y que más tentativas o llamadas de atención hace son las mujeres y los adolescentes. «El problema es que nunca se sabe cuándo es una llamada de atención y tampoco si se va a materializar», advierte Castillo.

Por este motivo, todos los sectores implicados insisten en abogar por la prevención. Desde el Teléfono de la Esperanza, donde en los 8 primeros meses del año han atendido 43 ideas suicidas, siete crisis suicidas y seis actos suicidas, advierten de que se puede prevenir como los accidentes de tráfico y apuntan a la necesidad de políticas y programas de prevención, actualmente inexistentes en España.

En este sentido, el Colegio de Psicólogos de Andalucía Oriental tiene en marcha desde 2013 un proyecto en prevención de suicidios con numerosas actividades y sesiones para concienciar y ayudar a los familiares con los grupos de supervivientes con los que compartir la pérdida. También están participando en el sector educativo para dar toda la información a un sector de la población clave: los más jóvenes.

En Málaga, además, hay otra iniciativa en marcha desde el año pasado. El Ayuntamiento, junto al Teléfono de la Esperanza y la ONG Justalegría pusieron en marcha el programa piloto de prevención del suicidio en el distrito Bailén-Miraflores. Los técnicos están haciendo un intenso trabajo para detectar a la población en riesgo de suicidio y formar en la prevención a agentes de salud, educadores y trabajadores de los servicios sociales con el objetivo de crear una red de atención a los malagueños afectados por esta importante problemática social.

Pero, además de la prevención, psicólogos y ONG alertan de la necesidad de concienciar a la sociedad y de eliminar tabúes y falsos mitos. Por este motivo, siguiendo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomiendan informar de los suicidios en los medios de comunicación y no tener miedo al efecto llamada que, aunque pueda existir, el contagio no es menor que en violencia de género. «Quiénes hayan pensado en el suicidio como solución a sus problemas deben saber que hay alternativas. Hay que normalizar las señales de alerta, con el silencio no vamos a conseguirlo», advierte la psicóloga Mª Ángeles Castillo.