Seis semanas después de que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga aseguraran que encontrarían una vivienda adaptada para Alejandro Navarro, un quinceañero con parálisis cerebral y un 99 de minusvalía que vive con sus padres en un primer piso sin ascensor y en una vivienda con los dormitorios en la parte de arriba, la familia sigue sin noticias.

Se da el caso de que Alejandro lleva desde el pasado mes de mayo durmiendo en un sofá cama del salón porque se repone de tres operaciones de cadera. Allí es atendido por sus padres, Juan José Navarro e Inmaculada Sarmiento, los dos en paro.

La familia vive en una vivienda social de la Junta en el perchelero Llano de Doña Trinidad, 3, en el conocido como Corralón de Mickey, y lleva 12 años reclamando a la Junta el traslado a una vivienda de planta baja.

Con la publicación del reportaje, el pasado 6 de agosto, la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de la Junta precisó que hasta el 30 de junio de 2015 la vivienda estuvo gestionada por el Ayuntamiento y en todo caso se comprometió a buscarles «una vivienda que se ajuste a sus necesidades». También informó de que en marzo de este año la Junta ya le ofreció a los Navarro una casa en El Atabal con ascensor pero tuvieron que rechazarla porque los dos progenitores de Alejandro están en paro, no tienen coche, sólo viven con los 400 euros de la pensión de invalidez de su hijo y «no hay dinero para coger el autobús», contaba en agosto la madre.

Por su parte, el concejal de Urbanismo, Francisco Pomares, anunció entonces que en cuanto hubiera una vivienda libre haría una permuta con la Junta, algo que les comunicó personalmente un responsable del Instituto Municipal de la Vivienda al día siguiente del reportaje.

Sin embargo, tras mes y medio sin noticias, los Navarro temen que todo haya podido quedar en buenas palabras e intenciones y que su caso haya pasado al olvido.

«Yo hasta que no me vea en mi casa no me lo voy a creer, del dicho al hecho hay un trecho», aseguraba el pasado lunes el padre. Precisamente su hijo Alejandro comenzará en breve la rehabilitación de la operaciones de cadera, razón por la cual su colegio, Santa Rosa de Lima, le va a enviar una profesora a casa.

Alejandro Navarro nació en 2001 y los padres viven en la vivienda social del Llano de Doña Trinidad desde dos años antes. Sin embargo la casa comenzó a hacérseles cuesta arriba porque tiene dos niveles y para llegar a los dormitorios y al baño hay que salvar 18 peldaños, más los 17 que separan la casa del nivel de la calle. «Él sigue con el post operatorio pero lo sacamos a la calle pero cuando está en la casa tiene que estar así», comenta Inmaculada, al tiempo que muestra a su hijo en el sofá cama, al que le han tenido que poner una manta para que no note mucho los muelles salidos.

Inmaculada Sarmiento se encontraba el pasado lunes sin casi poder levantarse. «Pienso que mis problemas de espalda son de llevar al niño», confesaba.

Con la familia estaba Juan Romero, presidente de la Asociación de Vecinos de la Trinidad, que denunció que en la zona se quedan muy a menudo viviendas sociales vacías, pero de inmediato son ocupadas, «y siempre son los mismos».

El presidente vecinal pidió más agilidad a las administraciones y a la Justicia para que estas viviendas se destinen a las personas que de verdad lo necesitan. «Si la Justicia actuara, por lo menos en la Trinidad se quedaban 20 casas vacías», destacó.

A la situación de Alejandro se suma la grave situación económica de la familia, que sólo vive con 400 euros al mes, la pensión de invalidez del hijo, a la que hay que restar 50 euros de alquiler, 80 de un préstamo pasado, más el agua y la luz. «Y son recibos de 200 euros porque le he puesto al niño el ventilador este verano y también el aparato porque tiene asma».

Junta y Ayuntamiento. La Consejería de Fomento y Vivienda informó ayer de que a la petición de Alejandro y su familia se le ha dado «la máxima prioridad» y que en cuanto exista una vivienda adecuada se le adjudicará y se tendrá también en cuenta el deseo que manifestaron de seguir en el mismo barrio.

Por su parte, el concejal de Urbanismo, Francisco Pomares, reiteró ayer la disposición del Ayuntamiento a permutar algún piso con la Junta si es necesario, «algo que ya hemos hecho en otras ocasiones».