­El alzheimer es la enfermedad de la memoria, la del olvido de los recuerdos. Una de esos diagnósticos que suenan devastadores y que tambalean no solo la vida del paciente, sino la de toda su familia. Hoy se celebra el Día Mundial del Alzheimer, una jornada con la que hacer hincapié en la necesidad de la prevención y el diagnóstico precoz. Esta afecta a unos 600.000 pacientes en España, una cifra en aumento puesto que cada año se detectan 40.000 nuevos casos.

Sin embargo la Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que entre un 30 y 40% de estos podrían estar sin diagnosticar, principalmente porque solo están identificados un 20% de los que aún son leves.

El geriatra y colaborador de la Asociación de Familiares de Personas con Alzheimer y otras demencias (AFA), José Manuel Marín, reconoce que, aunque los datos que se manejan para el futuro por el envejecimiento de la población no son demasiado halagüeños, sí hay cierta tendencia que explica que quiénes lo padecerán en el futuro serán menos de los que se esperaba, porque estos han tenido más actividad cerebral y reserva cognitiva a consecuencia de más escolaridad y porque se han cuidado más otras enfermedades que puedan servir de catapulta al alzheimer, como la diabetes o la hipertensión.

Aunque la medicina lucha por hallar una vacuna o con la tecla que haga desaparecer esta enfermedad neurodegenerativa, la realidad es que los avances más inmediatos parecen ir de la mano de detectarla antes de que haya síntomas para así retrasarlos o, en el mejor de los casos, sortearlos.

Según cuenta el experto, la acumulación de una proteína íntimamente relacionada con la enfermedad empieza a dar señales hasta 20 años antes de que aparezcan los síntomas. No obstante, hoy día los neurólogos y geriatras trabajan con tratamientos farmacológicos y terapéuticos que retrasan el deterioro y que beneficia al paciente de cara a su desarrollo.

A eso se dedican, precisamente, en AFA Málaga. Situada en la Camino de los Almendrales, esta organización se ocupa de los pacientes y de su familiares, el pilar fundamental en el que se apoya el alzheimer. Las valoraciones iniciales los dividen en cuatro grupos que permite a los profesionales trabajar con ellos de una manera más individualizada. «No hay dos pacientes iguales», señala la psicóloga del centro, Miriam Sierra, que reconoce que las sesiones están personalizadas y que todos ellos reciben terapias acordes a sus necesidades.

El Colegio de la Memoria -así es como se autodenominan allí, porque eluden el nombre de la enfermedad- trabaja la motivación y el refuerzo como factores relevantes a la hora de enfrentarse al alzheimer.

Según Sierra, la otra parte que hay que trabajar es la del cuidador, la persona que convive con la enfermedad y que más puede flaquear. «Es difícil de aceptar y hay que repartir la carga, hay que cuidarle porque si no puede convertirse en un enfermo más», recuerda la psicóloga.