­La plana de méritos de Antonio Morales es amplia y apabullante, pero en la política el pensamiento intelectual tiende a naufragar entre el griterío y la discordia. De vocación progresista, Morales apela al valor de la educación. Con voz pausada y esbozando un pensamiento reflexivo, da muestras de un discurso conciliador para una legislatura que se prevé convulsa y fragmentada. Habla de «jóvenes sin futuro» dentro de una crisis económica persistente. También, de la obligación de resucitar los «valores tradicionales del socialismo». Sobre el Senado, defiende su existencia como un órgano articulador dentro de una España descentralizada.

Corrupción, falta de cultura democrática, puerilización del debate, crisis económica. ¿Por qué se mete en esto después de todo?

Como dice el poeta, no hemos venido al mundo a mirar el cielo nada más. Creo que hay que meterse cuando ves que los recortes están acabando con los servicios públicos, cuando el empleo es de una calidad tan ínfima como ahora, cuando los jóvenes ya no es que se enfrenten a un futuro incierto, sino que están sin futuro. En definitiva, cuando ves que la pobreza y la desigualdad están sangrando a un país, es el momento de arremangarse y de no dar un paso atrás.

¿Por qué el PSOE y quién es la persona que más ha contribuido a que acepte encabezar la lista socialista al Senado?

El PSOE es un partido centenario con una trayectoria indiscutible, siempre en defensa de las libertades, de las igualdades y del sistema democrático. Nunca ha dejado de lado la idea del progreso, que es la razón de ser del Partido Socialista. La ley integral contra la violencia de género, la normalización del aborto, la aprobación del matrimonio homosexual son sólo algunos logros promovidos por el PSOE. Si me preguntas quién se ha acercado para tentarme, yo hablaría de un deseo querido. Obviamente, el secretario general, Miguel Ángel Heredia, me hizo sentir el apoyo para dar este paso.

Los políticos nunca han tenido peor consideración pública.

Es un hecho basado en una percepción social. Lo que ocurre, es que no es correcta en el sentido de que todos los políticos son malos. Habrá algunos que son un desastre, pero luego hay muchos que son magníficos y desarrollan con excelencia su labor. De la política no se puede prescindir.

¿Qué puede aportar a una institución que está vista por el ciudadano como una Cámara utilizada por los partidos para aparcar el mobiliario viejo?

El Senado es una institución que está en cuestión. Es bueno que sea así, porque si nos atendemos al progreso, las cosas no son eternas y el Senado necesita un meneo. Desde mi punto de vista, es útil como una cámara de segunda lectura y dentro de un Estado de autonomías, que tienen todas intereses contradictorios y que hay armonizarlos a través de la solidaridad. Ahí tiene que hacer una labor seria el Senado. Defender las cuestiones que afectan a los derechos fundamentales, las libertades públicas, la igualdad y la cohesión social. En eso se va a centrar mi acción política.

¿A qué achaca la fracturación permanente en la que se ha instalado la política española?

Yo concibo al político como alguien que está obligado a construir y cohesionar. Ayudar al que no puede. No me entra en la cabeza que se esté para enarbolar banderas, cuando las banderas solamente llevan la sangre y el barro. Si se gobierna es para dar una sanidad mejor, fomentar la educación y la cultura. Asegurar que nadie esté pasando hambre. Lo que pasa, es que el político está movido, en muchas ocasiones, por intereses que no son los generales.

¿Cree que ha fallado el socialismo en los últimos años?

Me remito a la revolución industrial. Los que estaban dentro, en su momento, tampoco fueron capaces de darle una respuesta adecuada. Claro que se han cometido errores, pero el socialismo está ahora en otra revolución. Nuestra forma de vida ha cambiado, pero porque no vemos claramente hacia dónde vamos.

¿Cuáles son las alternativas a las políticas de recorte?

Los recortes han provocado el empobrecimiento de las clases medias y la fracturación social. Hay que priorizar para que el empleo, la educación, la dependencia y la sanidad, en definitiva, los servicios públicos no se vayan a freír puñetas.

¿Qué opina de la posibilidad de reformar la Constitución?

Hay que reformarla. En su tiempo era extraordinaria porque se establecieron las instituciones fundamentales del Estado, pero el tiempo lo va devorando todo. Se estableció el Estado de las Autonomías y ahora se están viendo los fallos de la Constitución. Hay que adecuarla a las autonomías. Resulta imprescindible determinar con exactitud sus competencias. Las sociedades van avanzando y con ella lo deben de hacer sus constituciones.