El 2 de octubre es un día especial para la Policía. Destinado a honrar a la memoria de todos esos agentes que han participado en una lucha sin tregua contra el crimen organizado y que han pagado el peaje con su propia vida, el homenaje tuvo ayer su continuación en un acto solemne que comenzó con una ofrenda floral a los Santos Ángeles Custodios, protector divino del cuerpo. Al contrario que en años anteriores, la ceremonia, a la que acudió una nutrida misiva de representación institucional, tanto política como de la Policía Local y de la Guardia Civil, se celebró no en el patio interior de la comisaría provincial, si no el amplio pabellón que sirvió para acoger a centenares de policías, familiares y amigos que acudieron al acto.

«Muchos años, muchos servicios, incluso cuando el cuerpo no acompañaba». Esas fueron las palabras que dedicó el inspector jefe, Pedro Luis Bardón, al único compañero que ayer recibió una medalla roja. Un blasón que, además del honor, también viene acompañado de una compensación económica y que se otorga en ocasiones de extrema puntualidad. Una vez entregada la medalla al compañero veterano que subió al atril ayudado por unas muletas, Bardón quiso hacer extensible ese espíritu al resto del cuerpo. Orgullo de pertenecer al grupo impregnó a todo el pabellón.

Antes, ya habían recibido su galardón esas personalidades que, no perteneciendo al cuerpo, han acumulado una plana de méritos lo suficientemente apabullante como para pasar un rasero que, como se repitió en varias ocasiones, dependía en última instancia del propio ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Desde su jubilación, la vida discurre para el antiguo subdelegado del Gobierno en Málaga, Jorge Hernández Mollar, entre homenaje y homenaje. Ayer recibió el distintivo blanco, entre otros, también junto al fiscal Anticorrupción, Valentín Bueno.

Vocación de servicio público

Una vez finalizada la entrega de medallas a las personas ajenas al cuerpo, se pasó a hacer entrega al resto de las medallas. En esta ocasión, sí subió al escenario ese colectivo que es el que más riesgo corre en su día a día, que no es otro que el agente de campo. Con la solemnidad que requieren estos momentos, se posaron frente a los mandos superiores para recoger su concesión. Fue, ahora, el turno del comisario provincial, Pedro Garijo, que habló de la vocación del servicio público y del modelo policial español como un modelo encaminado a ser el garante de esos valores esenciales que alimentan a cualquier sistema democrático que se precie. «Somos servidores públicos y quiero que llevéis esta condición con orgullo», insistió. Para finalizar el acto, tomó la palabra el nuevo subdelegado del Gobierno, Miguel Briones, que quiso dio las gracias a todos los presentes por su firme compromiso.

El acto quedó algo deslucido por los problemas en el sistema de sonido que hicieron muy difícil seguir a las distintas intervenciones.