«Se escribe ´utilero´ porque es encargado de los útiles, no ´utillero´ como ponen muchos redactores de Deportes». Fue una lección sencilla, directa, clara. No me la hizo un profesor, ni un jefe, sino un periodista que llegó a dirigir varios medios, pero que sobre todo vivió con pasión esta profesión desde que se licenciara en la Escuela de Periodismo con 22 años en 1942 hasta su fallecimiento, el pasado 3 de octubre de 2015, a los 94 años de edad.

Timoteo Esteban Vega fue siempre periodista. Incluso cuando lo conocí, que llevaba más de 20 años jubilado pero seguía leyendo todos los días el periódico con sentido crítico, el olfato periodístico afilado y un amor por el lenguaje que se traslucía cada vez que tomaba la palabra. Su gran memoria y su gusto por hablar y escribir bien le permitían rescatar palabras casi olvidadas, de belleza incontestable y que enriquecían a todo aquel que lo escuchara.

Timoteo Esteban Vega era zamorano, pero su profesión periodística le había llevado a Valladolid, Alicante y, finalmente, Málaga, con una breve estancia en Sevilla. Desde joven despuntó como periodista deportivo, donde empezó su trabajo en el periódico Imperio, en Zamora, en 1942 y tras graduarse en la Escuela de Periodismo. Poco a poco ascendió y llegó a la dirección de este diario, sacando adelante las ediciones de Zamora, Valladolid y Burgos.

Su siguiente destino fue Valladolid, al frente del periódico Libertad, donde estuvo desde 1954 a 1957, dándole un giro a este medio y renovando su anquilosada estructura. Sus buenos resultados le llevaron a Alicante, donde se hizo cargo de la dirección del diario Información. Estuvo al frente de este periódico durante seis provechosos años en los que el periódico despegó y se hizo la referencia informativa de la provincia. En 1963 fue sustituido por Félix Morales, otro zamorano. Timoteo Esteban se trasladó con toda su familia a Málaga, donde se estableció de forma definitiva.

Durante once años Timoteo Esteban se hizo cargo de la dirección de La Tarde, el vespertino de la ciudad que cerró el 30 de septiembre de 1975 cuando este formato desapareció y se integró en Sur, medio al que pasó como director adjunto. Tres años después, en 1978 asumió temporalmente la dirección del periódico sevillano Suroeste, hasta que se jubiló dos años después.

Siempre le acompañó cierta socarronería, con un gusto por la conversación tranquila, el recuerdo de muchas de las anécdotas vividas a lo largo de su amplia carrera profesional, su siempre inquietud por conocer y su pasmosa capacidad memorística. Era capaz de recitar los 248 municipios de la provincia de Zamora, con anécdotas o vivencias en muchos de ellos.

Porque si hay una cosa que destacaba de su personalidad era su profundo amor a Zamora, su tierra natal, a la que tenía presente en todo momento y con la que mantenía fuertes vínculos familiares y sentimentales.

Con su fallecimiento no sólo se pierde un testigo de una época complicada y apasionante del periodismo, también un periodista socarrón de quien disfruté muchas charlas y que, entre otros muchos regalos, me enseñó a decir ´utilero´ y respetar el lenguaje.