«Ha sido milagroso que llegara a nuestros días», confiesa el historiador malagueño Víctor Manuel Heredia. Aunque no conoció los mares, la corbeta San Telmo, una maqueta de más de 3 metros eslora y 3,80 metros de altura, navegó durante décadas por las procelosas aguas de la administración malagueña, que es casi como doblar sin el palo mayor el tormentoso Cabo de Hornos. El próximo viernes 6 de noviembre será la estrella de la exposición Gaona y el Mar, organizada por el Instituto Gaona con la colaboración de profesores y exalumnos como el propio Víctor Manuel Heredia. La muestra podrá verse en una antigua aula del centro hasta el 4 de diciembre.

Sin duda, la vida de este precioso barco ha sido agitada: los primeros documentos que lo mencionan son de 1792 cuando ya servía de prácticas a los futuros pilotos de barcos del Real Colegio de San Telmo (actual Colegio de Prácticas Número 1 y el Ateneo), una institución militar para huérfanos. En 1847 el colegio se clausura y la enseñanza de Náutica, barco incluido, pasa al Instituto Gaona, abierto un año antes. Pero la maqueta navegará de nuevo por la calle Compañía de 1858 a 1869 cuando vuelve a abrirse la Escuela Náutica de San Telmo durante esa década. Tras este intervalo regresa al Gaona y los alumnos lo utilizan hasta 1924, año en que se clausuran para siempre estos estudios.

A partir de ahí el ostracismo: el barco permanece arrumbado y olvidado en un semisótano del instituto hasta que en 1981 unas estudiantes lo descubren por casualidad. La Liga Naval lo restaura durante años en la Comandancia de Marina; el San Telmo de nuevo regresa al Gaona y el Ayuntamiento, en 1998, decide restaurarlo a fondo, a cambio de que permanezca unos años en el nuevo Museo de Gibralfaro pero sin la arboladura. «Estaba en una vitrina cerrada pero no cabía la arboladura, parecía un bote curioso», cuenta el historiador.

Y fue casualidad, pero finalmente el San Telmo volvió a atracar en el Instituto Gaona el pasado 27 de mayo, día de San Felipe Neri (los filipenses fueron los primeros propietarios del Gaona, entonces una escuela de estudios). La empresa Quibla Restaura, que ya se encargó de la restauración del 98, repite lo mismo 17 años después, de la mano de Joaquín Gallego. «Ha consistido prácticamente en un mantenimiento, en reparar pequeños desperfectos», resume el historiador.

La restauración está casi lista y sólo falta por ensamblar el tercero de los palos (el de mesana) y terminar de colocar las jarcias, la intrincada red de cuerdas con nudos marineros.

En cuanto a las características del barco, se trata de una corbeta de pozo por el número de cañones -la escuela primitiva era militar- y porque estos están en la cubierta. Y aunque no se conservan los cañones, el investigador y maquetista Antonio Lara ha realizado uno a medida para la muestra.

La exposición contará además con maquetas de los Astilleros Nereo, piezas de la colección de antigüedades náuticas de Dirk López D’Hont y paneles explicativos. También habrá mesas redondas y una visita guiada al Colegio de Prácticas Número 1 el sábado 7 a las 12, así como al propio instituto el sábado 21, también a las 12 horas (los interesados pueden inscribirse en el instituto en el teléfono 951 29 79 09).

Pasada la muestra la corbeta seguirá expuesta en el aula de forma permanente. El objetivo siguiente será completar todas las velas (sólo se conserva una del siglo XIX). La San Telmo estará a la espera de un patrocinador que la complete por fin después de 91 años. Larga singladura.