El 26 de julio de 2006 este periódico avanzaba por primera vez la noticia: «Rafael Moneo, el arquitecto navarro de amplio renombre internacional, estampará su firma por primera vez en un proyecto que se construirá en Málaga». Cuando se anunció, hacía ya varios meses que el proyecto estaba ya en la mesa de la Gerencia de Urbanismo. Quiere decir que han pasado diez años largos y el proyecto diseñado por Rafael Moneo y promovido por la empresa Braser, sigue siendo eso, un proyecto, y aún no ha salido de la mesa de la Gerencia de Urbanismo ni para convertirse en realidad ni para llenar el cesto de los papeles.

Primero fue la crisis, que asomó apenas el proyecto fue conocido; después su larga tramitación, obligando a modificar la normativa urbanística para encajar lo previsto por la promotora en Hoyo de Esparteros y, de manera más singular, la gran polémica -saludable y rica- que ha sacudido al proyecto a partir especialmente de conocerse que éste suponía la demolición del edificio de la vieja pensión La Mundial y su reconstrucción en la misma zona, pero en una ubicación distinta a la que tiene actualmente.

La Mundial dará vida a la zona

La polémica y el rechazo al proyecto han venido desde sectores sociales, políticos e incluso profesionales. Catedráticos, arquitectos y urbanistas consideran que La Mundial es una pequeña joya del patrimonio histórico local que no se debe perder, ni cambiar. Los detractores, los que defienden en buena lid un proyecto distinto «sin mercadeo y sin destrucción del patrimonio», se han empleado a fondo.

Tal es así que la polémica, llevada al escenario político, propició que el pasado mes de julio el pleno del Ayuntamiento aprobase iniciar los trámites que condujesen a la resolución del convenio urbanístico que une a la promotora y al Ayuntamiento.

Con este acuerdo se encendieron las luces rojas de todas las alarmas entre los que defienden el proyecto. A ello se añade que en los últimos meses ha sobrevenido un problema que está llamado a convertirse en determinante para la resolución de este proyecto. De cómo se resuelva este problema depende en un 90% que el proyecto se ejecute o no. Tal problema no es otro que el económico. La promotora Braser tiene dificultades para financiar el proyecto. Tanto es así que no ha podido hacer frente al pago de 4,8 millones de euros que tenía que haber aportado en abril, según el convenio urbanístico. El promotor, José Luis López Caparrós, reitera su «firme voluntad de cumplir con los compromisos y ejecutar el proyecto», pero el tiempo corre en su contra. López Caparrós se ha comprometido a hacer frente a los pagos antes de final de año, según señalan en la Gerencia de Urbanismo.

Las luces de alarma provocaron un hecho insólito. El arquitecto autor del diseño, Rafael Moneo anunció su propósito de desplazarse a Málaga y explicar el proyecto con detalle a los concejales que se han manifestado en contra del mismo.

Días antes de que Moneo llegase, el Ayuntamiento difundió un primer informe jurídico que venía a señalar que no había obstáculos a que la Gerencia de Urbanismo resolviese el convenio urbanístico con la promotora, pero que, de un lado, su coste en compensación económica al promotor sería altísimo y, de otro, ello no supondría cambiar el planeamiento urbanístico de la zona.

Esto es lo que el arquitecto Luis Ruiz Padrón, uno de los más fuertes opositores al proyecto, califica como nuevo chantaje. «Ahora nos plantean que si queréis que os devolvamos vuestra ciudad, el rescate que tendréis que pagar será muy cuantioso», critica.

En estas, llegó Rafael Moneo, desplegando sencillez, templanza y respeto por todas las posturas y se esmeró por llevar hasta sus interlocutores lo atractivo y hermoso de su proyecto que, en sus argumentos, responde a una regeneración de una zona «como contribución a un desarrollo más amplio y abierto de la ciudad», mientras garantizaba la «reconstrucción de La Mundial al fondo del Hoyo de Esparteros para dar vida a esa zona».

Al encuentro con Moneo faltaron los concejales de PSOE y de Ciudadanos, en una actitud difícil de justificar, que fue muy criticada por muchos y que resta puntos a sus argumentos.

Y volvemos al principio. Han pasado diez años y todo sigue igual y con el peligro de que si el proyecto se viene abajo, se necesiten otros diez años para recuperar esa zona.

Por eso hay quienes como Francisco Sarabia, decano del Colegio de Arquitectos de Málaga, señalan que «llevamos diez años recorriendo este camino y volver al principio sería condenar a la ciudad a otra década maldita». Por eso considera que, más allá de que guste más o menos, «al proyecto hay que darle un voto de confianza pues viene a solucionar un grave problema que tiene la ciudad en esa zona. Otra cosa sería condenar a la ciudad otros diez años».