­La Audiencia de Málaga ha condenado a cuatro años y 10 meses de prisión a un hombre que controlaba lo que en el argot policial se conoce como laboratorio de cocaína, montado en una vivienda de la localidad de Mijas, donde se preparaba la sustancia para luego venderla. Además, el condenado se resistió a la detención, lesionando a varios de los agentes que lo arrestaron, y a los que tendrá que indemnizar por los daños causados.

Según se declara probado en la sentencia, a la que tuvo acceso Europa Press, en marzo de 2012, un grupo de investigación de la Policía Nacional tuvo conocimiento a través de informaciones confidenciales de que en una vivienda de dicha localidad podría existir un laboratorio de fabricación de cocaína, en el que se cortaba la droga para su posterior venta; piso al que el acusado acudía con frecuencia.

Así, a través de las vigilancias y seguimientos autorizadas sobre el acusado, ya que según las informaciones podía estar relacionado con dicha actividad, se descubrió que éste salía de su casa en Málaga capital hacia la vivienda de Mijas, en la que entraba con llaves, adoptando antes de realizar el desplazamiento numerosas medidas de seguridad, dice la resolución judicial.

En una de esas vigilancias, los agentes vieron cómo se desplazaba a ese piso, estaba un tiempo allí y luego salía, circulando en el coche hasta Málaga, donde, según la sentencia, estuvo por varias calles hasta que paró para vender una papelina con 9,05 gramos de cocaína a las personas que acababa de recoger.

En ese momento, los agentes, tras identificarse porque algunos estaban de incógnito, intervinieron e hicieron salir al acusado del vehículo, señala la resolución, en la que se precisa que lo cachearon, momento en el que comenzó a soltar expresiones como «soltadme», «socorro» y a insultar a los policías, mientras tiraba la droga para deshacerse de ella por ser una prueba que le incriminaba.

«Debido a la agresividad con la que trataba de evitar su detención y de huir», indica la sentencia, intentó morder a los policías y tuvo que ser reducido por la fuerza, mientras gritaba «ayuda, que me están matando, que me están robando», sin dejar de forcejear. Con esto, el procesado ocasionó lesiones a tres de los agentes que intentaban reducirlo.

En el registro de la vivienda de Mijas, se encontró una pequeña cantidad de cocaína, varios botes de sustancias empleadas para adulterar la droga, una balanza y otros instrumentos para preparar la sustancia y para envasarla. Al procesado se le condena por un delito contra la salud pública, al considerar la Sala que la droga que tenía no era para consumo sino para su venta.

Además, se le condena por un delito de atentado a agentes de la autoridad, ya que opuso fuerte «intimidación y resistencia» contra los policías. También se le condena por otro de lesiones, puesto que propinó «patadas y puñetazos» a estos funcionarios policiales, a los que tendrá que indemnizar por las secuelas.