Son dos rampas y luego veinte peldaños, que los voluntarios de Misión Urbana se conocen al dedillo, entre otras cosas porque no se pueden fiar del ascensor. «Lo mismo funciona que se ha tirado seis meses sin funcionar y hemos tenido que formar una cadena humana para subir la comida», cuenta Susana Díaz, secretaria de Misión Urbana, un grupo evangélico que desde hace casi tres lustros cuenta con un local en alquiler de la Junta de Andalucía de unos 60 metros cuadrados en la entreplanta del número 10 de la calle Hamlet, en el Cortijo Alto. En la actualidad reparte comida procedente de Bancosol a 230 familias aunque el número continúa creciendo. Además, también reparte ropa. «Semanalmente tenemos 10 familias nuevas. Aumenta el número de familias pero la capacidad es mínima», cuenta Susana Díaz.

Emplazamiento inadecuado en una entreplanta y un local que se queda pequeño han llevado a Misión Urbana a pedir a la Junta un local al pie de la calle, que destierre el trasiego de cajas hasta la entreplanta, y de paso que sea más amplio.

De hecho, como explica la secretaria, las escasas dimensiones del local actual obligaron a Misión Urbana a alquilar un segundo local en el barrio, en la calle Daniel Defoe este verano. «En julio nos llamaron para decirnos que teníamos 17.000 kilos de alimentos para recoger, cuando nuestro local tiene capacidad para 9.000 kilos». La asociación alquiló de urgencia el segundo local pero hace una semana tuvo que desistir ante la falta de dinero. Por este motivo pidieron ayuda a las propias familias que reciben alimentos: 50 céntimos a cada una, cantidad que continúan pagando para cubrir los gastos del porte de los camiones.

Misión Urbana tiene un nuevo dilema porque puede recibir 24.000 kilos de alimentos. «Tenemos dos opciones, o rechazarlo y coger sólamente 10.000 kilos y dejar 14. o00 fuera o alquilar un local que no tenemos porque quien tiene que darnos soluciones no nos la da», lamenta Susana Díaz, que señala que la asociación envió por escrito en julio una petición de local a la Junta. «En principio pedíamos el local vacío que hay justo aquí abajo pero la Junta nos contestó verbalmente, no por escrito, que los ingenieros no lo veían favorable porque no soportaría el peso de la comida».

Por este motivo, Susana Díaz señala que el local puede estar en cualquier sitio. «En un principio queríamos seguir en la zona porque conocemos el barrio y la gente nos conoce pero ahora no nos importa desplazarnos».

También habla Rafael Ramírez, presidente de Misión Urbana, que cuenta que un local más amplio permitiría atender dentro a las familias, algunas de las cuales esperan cada jueves, el día del reparto, desde las 4 de la mañana en la calle. «Hay gente de clase media a la que les da fatiga. Queremos un local en el que haya más intimidad», subraya.

María Teresa Fernández y Francisca Maldonado, con cuatro y tres hijos respectivamente y que acuden a la asociación desde hace años, proponen dar «50 céntimos o un euro», y pagar el alquiler del nuevo local entre todos los usuarios.

Fuentes de la Junta de Andalucía informaron a La Opinión de que «en estos momentos no tenemos nada libre con las características que necesitan, otra opción sería que les interesara otra zona de Málaga, en todo caso en el momento que apareciera un local se les informaría».