Pese a la relativa distancia, pues lleva casi quince años viviendo en Madrid, Carlos Torres Montañés (Málaga, 1962) ha sabido recrear su ciudad natal en los años 20 y 30 del siglo pasado en su primera novela, Luna de Carbón (editorial Márgenes), una obra a la que ha dedicado siete años. «Surge por distintos caminos, llevaba un tiempo queriendo escribir una historia de amistades que terminan en venganza y por eso tenía claro que comienza en la Guerra de Marruecos, porque muchos de nuestros problemas como país empezaron allí y desembocaron en el horror de la Guerra Civil», explica.

El escritor malagueño, licenciado en Historia, inicia su obra tres días antes del desastre de Annual de julio de 1921 y la finaliza con el parte que anuncia el fin de la Guerra Civil en abril de 1939. La novela sigue los pasos del malagueño Pepe Fuentes y el grupo de amigos que conoce en Marruecos y aunque la obra comienza con el soldado mientras abandona su ciudad natal y marcha al norte de África, el escenario principal es la turbulenta ciudad de Málaga con dos grandes historias, la de la amistad truncada y otra «de amor y odio».

Carlos Torres, que trabaja como guionista y en el campo audiovisual, explica que esta experiencia profesional «me ha servido también para tener la estructura de la novela en la cabeza, porque a veces el trabajo del guionista es el de estructurar para plantearle al espectador una estructura que pueda digerir».

El recuerdo de la riá de 1907, el elegante Círculo Mercantil, la inauguración por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia del Hotel Príncipe de Asturias (luego Miramar), la llegada de la II República, la quema de iglesias y conventos de mayo del 31, la Guerra y la represión... En Luna de Carbón la Historia de Málaga se despliega en sus calles y barrios en esos años de creciente tensión política y social.

A la hora de darle un estilo Carlos Torres confiesa que ha querido salirse «fuera de cualquier moda literaria, porque quería que la novela pareciera creíble, una ficción basada en la realidad».

En cuanto a la documentación, para uno de sus personajes tuvo en cuenta una investigación propia sobre la figura del malagueño de Montejaque Bernabé López Calle, más conocido como el Comandante Abril, un combatiente en la Guerra de Marruecos que ingresó en la Guardia Civil y terminó de guerrillero antifranquista. También tiene una deuda con dos de sus escritores favoritos, Lorenzo Silva y Antonio Soler y sus respectivas obras Del Rif al Yebala y Málaga, paraíso perdido, aunque confiesa que además de la documentación y datos recopilados le ha servido de mucha ayuda una página de Facebook sobre fotografías antiguas de Málaga, a la hora de ambientar la obra. «Es una fuente fantástica y muy asequible, buscabas calle Larios, 1934 y podías ver los establecimientos que había. Al terminar la novela les escribí un post de agradecimiento», cuenta.

Carlos Torres acaba de comenzar una nueva novela «totalmente distinta», de la que puede decir que estará ambientada en Madrid, Marruecos y también en Málaga.