Las constantes lluvias caídas en la capital a lo largo de la pasada semana y durante este último puente han provocado que reaparezcan las goteras en el edificio de la Biblioteca General de la Universidad de Málaga, en Teatinos. Hasta el punto de que el pasado día 26 de octubre cayó del techo un pequeño trozo de pladur de unos 30 centímetros cuadros, provocado por las filtraciones. Por este motivo, siguiendo instrucciones del vicerrectorado de Campus y Sostenibilidad de la institución académica malagueña, se está procediendo a impermeabilizar las cubiertas del edificio.

Son unos trabajos que se llevan a cabo por fin y que, según las estimaciones de la vicerrectora, Raquel Barco, podrán estar concluidos la próxima semana. Más por precaución que por un riesgo real, según matizaron fuentes de la Universidad, la zona donde cayó este cascote de escayola quedó precintada para impedir el acceso de los estudiantes. Los carteles informativos alertaban de posibles desprendimientos del techo.

Para ello se utilizaron sillas y cinta para acotar este espacio. No es la primera vez que ocurre un incidente de este tipo en un edificio que es muy utilizado por los universitarios del campus de Teatinos, sobre todo en época de exámenes, ya que la Universidad de Málaga mantiene horarios especiales de apertura para facilitar el estudio. Como ha venido informando La Opinión de Málaga, los alumnos y trabajadores del edificio han tenido que convivir año tras año con las filtraciones, que afectaban y empapaban el falso techo de planchas de pladur. En el mejor de los casos, se utilizaban cubos para recoger agua o se acotaba la zona donde se registraban las goteras. En el peor, caían trozos de escayola del techo, como ha ocurrido en esta ocasión, «sin tener que lamentar ningún daño personal ni material», insistió Raquel Barco.

Los operarios del servicio de mantenimiento de la propia Universidad de Málaga se encargaban, hasta ahora, de llevar a cabo las reparaciones. Hasta que la UMA ha contratado la impermeabilización de las cubiertas del edificio, para acabar de una vez con las goteras.

La Biblioteca General ha sido escenario de otros episodios que hacían incompatible la estancia en su interior con el estudio. En otras ocasiones, no era extraña la imagen de universitarios en su interior pertrechados de abrigos, guantes y bufandas, debido al intenso frío que se registraba en el interior de las salas, debido a que la calefacción estaba averiada en invierno. Y en verano, todo lo contrario, el sofocante calor hacía casi imposible permanecer en el edificio, porque el aire acondicionado tampoco funcionaba.