Málaga nunca ha sido muy de reyes. A lo sumo de los de oros y bastos en la brisca de cualquiera de las mil tabernas que jalonaban la ciudad. Fiel, eso sí, a los que traen regalos en la Epifanía, haciendo grandes esfuerzos, según la época. Se rebeló contra el absolutismo en el XIX, fue de las primeras en colgar la tricolor en el balcón de su Ayuntamiento en el XX y sin embargo, en el XXI, se hace selfies con Felipe VI, que ayer se mezcló, saltándose el protocolo, con quienes le esperaban a la entrada o la salida del Teatro Cervantes, donde presidió, junto a la reina doña Letizia, la entrega de los Premios Nacionales de Innovación y Diseño.

Es la segunda vez que los monarcas visitan Málaga de manera oficial, siendo reyes. Antes lo hicieron, pero cuando aún ocupaban el destacado papel de príncipes y herederos al trono. Dos meses y medio después de su proclamación, y con la celebración del foro España-EEUU como coartada, don Felipe y doña Letizia realizaron la primera visita a Málaga en septiembre de 2014. Y conocieron el Museo Picasso. Ayer, prácticamente, se repitió la historia con decenas de curiosos, malagueños y hasta turistas. La rigidez de las medidas de seguridad, lógicas por otra parte, se vuelven flexibles cuando los reyes reciben el calor de quienes están detrás de las vallas. Y no es extraño que se acerquen y saluden. Ayer pasó en Málaga de nuevo.

Sonrisas, risas, rostros de admiración en cada apretón de manos y móviles. Muchos móviles enfocando a los reyes para inmortalizar el momento en megapíxeles... Don Felipe, de hecho, agradeció en su discurso «la cariñosa acogida», y dijo sentirse alegre por estar de nuevo en Málaga, «una tierra que sabe bien armonizar el impulso hacia lo moderno y vanguardista con el culto a la tradición y el aprecio y cuidado de su historia y de su patrimonio cultural». Sus palabras pusieron fin a un acto celebrado en el Teatro Cervantes, que se convirtió en el núcleo administrativo, económico y social de la provincia, en torno a sus majestades.

El patio de butacas se llenó de autoridades y otros invitados que accedieron a acompañar a los reyes. Una amalgama compleja de trajes y faldas-pantalón, de corbatas y pashminas, de ideologías diversas, pero cumpliendo con su obligación de representantes públicos, en definitiva y en muchos casos, que recibió con un aplauso cerrado la entrada de don Felipe y doña Letizia, al igual que el público que se apostó en la plaza a la espera de la llegada de los monarcas.

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela, encabezaban la recepción, junto con el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, el presidente de la Diputación, Elías Bendodo y el subdelegado del Gobierno en Málaga, Miguel Briones.

También presenciaron la entrega de premios la vicepresidenta primera del Congreso, Celia Villalobos. O el delegado de la Junta en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, junto al secretario general de los socialistas malagueños, Miguel Ángel Heredia. Diputados nacionales, parlamentarios andaluces, delegados territoriales, concejales... Representantes de la empresa, como el presidente de la CEA, Javier González de Lara, de los sindicatos, de la Universidad, con el rector en funciones, José Ángel Narváez, de la cultura, de los medios de comunicación, de las cofradías... También formaron parte de un acto que contó con medio centenar de periodistas acreditados y que se desarrolló de forma muy ágil, tanto en los discursos como en la entrega de premios.