Parece evidente y no sería necesario recordar, que la misión principal de una cofradía, ya sea de penitencia o letífica, es rendir culto a sus titulares. Sin embargo, desde hace un tiempo a esta parte, conscientes también de su potencial y capacidad de convocatoria, y de su obligación de llevar a cabo una labor asistencial y social sólida, seria y comprometida, las hermandades han extendido su razón de ser. Y realizan una función pedagógica y docente con los más pequeños a través de la música.

Las cofradías son, además, escuelas de música. Se adaptan así también a las nuevas necesidades que van surgiendo en la comunidad en que se asientan. Y ofrecen talleres de iniciación musical, como actividad extraescolar, desde los tres años de edad.

Así lo entiende la Escuela de Música Virgen del Rocío, creada en 2012 con dos grupos de doce niños del barrio de la Victoria, y que ya supera el centenar de inscritos en los distintos niveles, que se adaptan al nivel y la edad de cada alumno. Julián González Planes es el máximo responsable de la escuela, profesor y director de la banda, integrada por 25 alumnos de entre 8 y 12 años de edad, y que ya llevan tres años en la escuela. Son los mayores.

Antes pasaron por un periodo de iniciación musical, por otro de lenguaje musical, en el que aprendieron solfeo, para coger luego un instrumento musical. «Normalmente dejamos que elijan ellos, pero para eso también estamos los profesores, para orientarles en los que se adapten mejor a sus capacidades», explica Julián, que recuerda que en los inicios de la escuela eran solo dos profesores: él mismo y Belén Bazalo. Ahora ya son cinco.

La banda tiene una serie de actuaciones fijas al año. Aún no sale a la calle en Semana Santa, ni firma contratos con otras cofradías, aunque terminará haciéndolo. «En la actualidad, el fin de la banda es éste y no saldrá hasta que esté bien preparada», explica el director, mientras dirige en la antigua casa hermandad de la cofradía, en la calle Amargura. Así, celebran un concierto de Navidad desde el primer año, en el que interpretan villancicos y otras obras, y otro concierto en Pentecostés, donde tocan marchas procesionales.

La banda ha estado muy involucrada en la recientísima coronación canónica de la Virgen. Le regaló una marcha compuesta por el propio González Planes, Rocío de la Victoria, y engalanó un balcón en la calle Larios. También es muy activa en la labor social de la corporación, aportando alimentos o juguetes para las familias necesitadas del barrio.

La enseñanza musical

¿Por qué es importante la enseñanza de la música desde edades tan tempranas? Julián González sostiene que estar en una banda no solo implica tocar un instrumento, «también respetar horarios, porque si llegas tarde faltas al respeto a tus compañeros, aprendes a organizarte en el trabajo, llegas con el papel ya aprendido y estudiado...» En definitiva, buenos hábitos que sirven también a los niños para su desarrollo como individuos. «Además, se fomentan las relaciones humanas y sociales. Aquí todos los niños son amigos», añade.

Es una visión que comparte Narciso Pérez, director de la Banda Sinfónica de la Trinidad. Esta formación, fundada hace nueve años, tiene también un aula musical integrada en la asociación a la que pertenece, dentro además de la cofradía del Cautivo. Y además, considera que así «la banda se sustenta en nuestros propios niños». «Es fundamental que un grupo humano musical no solo se quede con la banda. El sentimiento es clave. Que sientan la banda como propia. Han salido de aquí y van a querer estar aquí.

El sentimiento de pertenencia es muy importante», asegura Pérez, más aún en una banda cofrade «donde además de hacer música hay otros valores».

La Trinidad Sinfónica tiene niños desde tres años en el taller de música y movimiento, que es nivel más básico, «donde iniciamos a los niños en el mundo de la música a través de juegos musicales, así van conociendo la música, van cantando, hacen pequeños bailes, y tienen sus primeros contactos con los instrumentos, con la flauta dulce o la percusión», explica. «Lo importante es que se lo pasen bien», señala.

Tras este paso, a partir de los ocho años, los chicos empiezan con instrumentos, con profesores de todas las especialidades que componen una banda de música «y cuando cogen un poco de nivel empiezan a tocar en la prebanda o la banda infantil». En la actualidad unos 30 alumnos forman parte de esta prebanda, a la espera de dar el salto a la banda y salir tras la Virgen de la Trinidad y otros tronos en Semana Santa. O actuar en los conciertos. En total, la asociación de la Trinidad Sinfónica cuenta con unos 150 integrantes entre todas las etapas.

«Ventajas de empezar tan pequeños, muchas: el contacto con niños de su edad, desarrollas el oído y cuanto más pequeño se empieza a formar es mucho mejor, interiorizan el ritmo, se familiarizan con el pulso», y en el caso de la Trinidad, también aprenden a ser cofrades.