Hasna Aitboulahcen, la joven francesa que se suicidó hace unos días durante el asalto policial a un piso refugio de terroristas en Saint Denis, es un ejemplo más del protagonismo que la mujer toma en las organizaciones yihadistas y de los que no faltan ejemplos en España y en la Costa del Sol. Además de la reciente detención en el aeropuerto de Málaga de la española de 26 años cuando regresaba de Turquía tras intentar integrarse en el Estado Islámico junto a su novio, algo que al parecer sí consiguió la malagueña Tomasa Pérez junto a su hijo de 14 años. Mientras el marido y padre, Abu Yasin, cumple condena por ser el cabecilla de un grupo terrorista que operaba entre España y Marrueos.

El fenómeno se generaliza. Padres que envían a sus hijos a combatir a Siria, jóvenes que captan a otras chicas para el Estado Islámico o menores de edad que mienten a sus padres siguiendo la promesa de convertirse en «guerreras yihadistas». Esta es la realidad de muchas de las últimas operaciones policiales en las que ellas han pasado de jugar un papel testimonial a ser un elemento clave en el engranaje yihadista.

Los expertos

«Dentro de la metamorfosis dinámica del fenómeno terrorista la mujer va a ir adquiriendo un papel más significado y en el peor de los aspectos, es decir, que las veremos incorporarse a las funciones violentas. Cada vez se detecta un peso especifico mayor en este fenómeno», asegura el experto en movimientos terroristas Chema Gil. El también analista Carlos Echeverría advierte de que la amenaza crece exponencialmente y eso se refleja también en la presencia de la mujer. «No olvidemos que en lo que respecta al Estado Islámico su vocación es crear un califato y en el que evidentemente si lo consiguen, que esperemos que no, habrá una cotidianidad, una vida ciudadana y social que incluirá a las mujeres», añade.