­Las perspectivas de futuro del campo malagueño siguen creciendo con el paso de los años. En una de las zonas más fértiles y ricas en variedad agrícola de la región andaluza las innovaciones y los cambios para mejorar la producción y calidad se adentran en los cultivos a pasos agigantados.

Aunque a veces la innovación también proviene de la tradición de nuestros ancestros. Es el caso de los abonos que actualmente están utilizando algunos agricultores en cultivos ecológicos.

Abonos orgánicos creados hace más de 500 años, que siguen arraigados a las tradiciones agrícolas de América Latina y que han llegado a Málaga dispuestos a generar mayor productividad.

El secretario general de GOAG Málaga, Juan Antonio García, destaca que se trata un producto que abarata los precios para regenerar la tierra. Y es que son los propios agricultores quienes elaboran sus fertilizantes aprovechando recursos naturales como la harina de roca, que contiene gran variedad de minerales y cuyo descubrimiento se remonta a Alemania hace más de 100 años.

«El agricultor es una víctima de la química, que a medio plazo está agotada. Tenemos que ir dando herramientas que reaviven la tierra con productos naturales», apostilla García.

En concreto, son tres los tipos de abonos que se han implantado en el campo malagueño. Por un lado, el caldo sulfocalcico, que contienen agua, cal y azufre y que según el secretario general de COAG, era elaborado por los romanos para repeler insectos y hongos a la vez que nutrir a las plantas.

Por otro lado, los biofertilizantes, que contienen melaza, suero, levadura, harina de roca y microorganismos «potencia la simbiosis entre la tierra y la planta».

El más utilizado y destacado es el abono bocashi, que regenera la tierra a través de un compostaje sólido compuesto por melaza, para darle vida a los microorganismo; harina de roca; polvo de carbón, que sirve como reserva de minerales y de microorganismos para facilitar la fertilidad de la tierra; estiércol; levadura de pan; así como el proceso de la humificación de la tierra que se consigue mediante trampas de arroz cocido.

«Son fermentaciones a través de desechos que hemos aprendido en América Latina. Y todo con formulas para evitar la putrefacción. Convertimos los desechos en un activo económico y medioambiental», recalca García.

Así, se tratan de abonos que se pueden utilizar en cualquier tipo de cultivo, aunque en olivar, cereal y viña aun están en experimentación, mientras que los buenos resultados lo abalan en la producción hortícola.

Más de 20 años llevan en Sierra de Yeguas dedicados a los cultivos de ecológicos y desde que utilizan este tipo de abonos los rendimientos se han duplicado, según explica a La Opinión de Málaga, Daniel Rodriguez, ingeniero técnico agrícola.

En esta línea, de una media de 60.000 kilogramos de cebollas por hectáreas este agricultor, utilizando abono bocashi, ha pasado a 100.000 kilogramos con un calibre mucho mayor, aumentando del mismo modo un 40 por ciento de la producción de puerros.

Rodriguez apunta que las experimentaciones con este tipo de abonos deben de seguir, ya que los calibres mayores no son tan comerciales. A pesar de ello, este agricultor asegura que el ahorro alcanza los miles de euros anuales.

Por otro lado, las facilidades que le brinda al agricultor la nueva maquinaria para el desarrollo del trabajo en el campo llevan a la innovación en el cultivo del ajo en la comarca de Antequera, que siempre ha sido sembrado a mano. El productor de ajo y gerente de Hortitonton, Jerónimo Jiménez, pone de relieve las maquinarias encargadas de separar los dientes del ajo por calibre y aquellas que proceden a la siembra mecánica.

En la vid las innovaciones tienen un tamaño menor, pero también hace más fácil el día a día a través de las tijeras eléctricas que favorecen la poda del viñedo.

Los cítricos se suben al carro de las novedades en la provincia con el empleo de la malla negra de plástico, como técnica de acolchado del suelo. Se trata de un método que reporta importantes beneficios favoreciendo a cosechas precoces, mejorando los rendimientos productivos y evitando la contaminación de los frutos.

Así lo expone la directora del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA), María Nieves Cruz, quien señala que este método se erige como un sistema de máximo interés para los agricultores de frutales de la provincia.

«Tras dos años de ensayos, las primera conclusiones obtenidas son que el empleo de esta técnica supone un ahorro significativo en recursos, tales como el agua y la mano de obra especializada», explica Cruz.

Desde IFAPA además se ha conseguido recuperar una variedad de vid malagueña, rome, que comienza a implantarse en pequeños viñedos de la provincia.

Son muchas las innovaciones que se van desarrollando en el campo malagueño, aunque también son muchas las que están por venir. Las investigaciones no cesan. Sin ir más lejos los olivareros preocupados por la recolección, que supone el 70 por ciento de los costes del cultivo, investigan maquinarias que les faciliten el trabajo tales como vibradores que recorren las calles a un píe y que detectan el olivo con sensores realizando la recolección mecánica.

En definitiva, los agricultores implantan mejoras en el campo malagueño mirando siempre al futuro a través de nuevas técnicas e innovaciones que les hacen el trabajo más fácil al mismo tiempo que favorecen una producción rentable y de calidad.