­­Los hospitales de Málaga suman más de 3.750 metros cuadrados dedicados al futuro. Forman parte del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) que dirige Maribel Lucena, una mujer que se multiplica en sus facetas en la Universidad, el Hospital Clínico -en el que dirige el servicio de Farmacología- o dirigiendo a más de 44 grupos de trabajo. Y sin alardear de ello.

Lleva media vida dedicada a la investigación. ¿En qué ha cambiado y cómo ha evolucionado este ámbito de la ciencia desde que llegó y hasta ahora?

La evolución ha sido espectacular, en el último periodo de tiempo se ha avanzado casi más del doble que en el resto de años que han trascurrido. Me formé en Granada y vine a Málaga, una de las cosas más características entonces aquí era que la investigación era de grupos muy cerrados, muy celosos de lo que pudiera hacer el otro, la colaboración que hay hoy día no se conocía, ese ha sido el cambio sustancial. Hoy no se concibe la ciencia sin estrategias colaborativas, la organización ha sido y ha supuesto un proceso transformador. De hecho, hoy participamos con 12 países europeos, todo el personal tiene que estar integrado en esto. Siempre pensé en cómo hacerlo, y sin embargo, he tardado en hacerlo realidad. Aparte de la estructura ha sido muy importante el avance tecnológico, el descubrimiento del genoma humano ha sido trasformador.

Hay expertos que han señalado que hace una década se llegó al mejor momento de la ciencia y que ahora se ha retrocedido por los recortes. ¿Opina igual?

Estamos atravesando una crisis económica muy importante y sin duda tiene un impacto y lo estamos viendo y sufriendo a nivel presupuestario, afecta en todas las convocatorias competitivas de proyectos de investigación y en recursos humanos. Por supuesto que está dejando cadáveres en el camino, pero debemos ser optimistas con la cantidad de talento, gente buena y comprometida con su esfuerzo, que incluso en esas circunstancias es capaz de sacar adelante proyectos, traer fondos con convenios con empresas e industria. Es impresionante el esfuerzo de los profesionales que realmente creen en lo que hacen. Tras los hallazgos que se comunican hay muchas renuncias y precariedad. Nosotros hoy tenemos que mirar a Europa para financiación porque es donde se reparten los recursos.

¿Y la fuga de talentos? ¿Ha perdido a muchos investigadores por falta de financiación?

A nosotros quizás no nos ha impactado tanto porque somos un instituto joven, pero hay grupos donde han tenido que finalizar sus contratos y no se les ha podido renovar. Es un drama y muchos han optado por irse, pero esto puede ser una vía para formarse en otros laboratorios. Me gustaría pensarlo o verlo de esta forma.

¿En qué medida han perjudicado los recortes a investigaciones o frenado la aparición de nuevos tratamientos?

Donde he visto un mayor impacto ha sido en la obtención de proyectos competitivos, en convocatorias como la del Carlos III o las autonómicas, tanto en el número como en las cuantías, que se han reducido, como los recursos humanos. Y es verdad que en Andalucía, la Administración ha sido particularmente sensible y ha tratado de compensar las convocatorias... Pero es delicado en el tiempo y, muchos investigadores, al ser más reducido el número de proyectos financiados, no han podido alcanzar que su proyecto llegase al punto de corte para ser financiado, cosa que en otros tiempos sí habrían conseguido. La reducción en recortes de recursos humanos se ha aplicado con el mismo criterio y es tan competitivo que los jóvenes lo tienen más difícil a la hora de encontrar una salida a su carrera. Respecto a los ensayos clínicos, en Málaga tenemos una buena noticia, es muy atractiva por diferentes razones, porque hay muy buenos profesionales al frente y de interés, como Oncología, Endocrinología, Digestivo, Pediatría, Nefrología... no me gustaría dejar a ninguna fuera, pero la tendencia en ensayos clínicos es ascendente. Por lo demás aquí estamos contentos, tenemos buenas instalaciones y el número de pacientes suficiente que lo permiten. Somos eficaces en la gestión de criterios, tanto en su inicio como en su cumplimentación.

Como investigadora, ¿qué clase de satisfacción se siente cuando un paciente mejora o se cura gracias a una investigación en la que ha trabajado?

El paciente es el que da el feedback positivo a todos los esfuerzos, trabajos, inquietudes... Y eso no lo da la remuneración. Con ese feedback se aprecia el esfuerzo, el trato, el trabajo y la dedicación que se le ofrece, esto es lo más bonito que tiene la medicina, que trabajamos con personas. La investigación te da una mirada crítica y a la hora de tratar o hacer un diagnóstico al paciente da esa capacidad de discernir y analizar los pequeños detalles, asociar las variables, hace que tu enfoque sea mas personalizado y más único y que apliques las mejores evidencias científicas disponibles en ese momento. Se trata de optimizar los mejores recursos, de la manera más ética. Por eso hoy no deberíamos diferenciar entre asistencia, docencia e investigación.

Los investigadores siempre confiesan la cantidad de tiempo que pasan en el laboratorio. ¿Cuánto absorbe este trabajo?

Muchísimo, es verdad que tienes una idea que tienes que plasmar en papel, ejecutarla, estar pendiente de los resultados, analizarlos, ver si se cumplen, si confirman la hipótesis inicial... Ocupa mucho, pero no hay que olvidar que el Ibima lo crean los hospitales y son investigadores clínicos los que lo hacen, fundamentalmente, y participan en la investigación. Conjuntamente abordamos problemas y, como decía un compañero, hacemos afterhours: trabajamos fuera y más allá del horario estipulado. Es una carrera de obstáculos y venciéndolos te hacen fuerte.

¿Cómo de frustrante puede llegar a ser que no lleguen los esperados resultados?

Es un poco decepcionante, pero siempre digo: si se ha aplicado un buen método y la hipótesis era correcta, los resultados son lo de menos. Es importante decir que son tan importantes los negativos como los positivos, siempre gustan más los positivos, pero aunque los negativos sean más difíciles de publicar o comunicar, son importantes para que otros investigadores no los cojan si se ha planteado correctamente. De hecho, hace un tiempo los comités editoriales consideraron que no era ético desechar los trabajos porque tuvieran resultados negativos, porque no se veía el efecto completo de lo que se está haciendo.

¿Cuántos grupos de investigación tiene Ibima hoy?

Actualmente tenemos 44 grupos de investigación: 33 consolidados y 11 emergentes que inician esta carrera, aunque la trayectoria sea en fase muy inicial. Ahora se está analizando una clasificación de la nueva tecnología porque para la acreditación de investigación del Carlos III querían grupos de excelencia que aporten un valor. Siempre es un ente dinámico, somos 750 personas entres investigadores, técnicos de laboratorio y algún administrativo. Tenemos laboratorios en el Hospital Civil, en Carlos Haya, en el Clínico y después tenemos espacios de investigación en la Universidad y plataformas de investigación. En total de espacios tenemos más de 3.750 metros cuadrados.

¿Cuáles son los más interesantes o cuáles cree que llegarán de manera más próxima a los ensayos clínicos?

Hay muchos, porque todo lo que se genera es conocimiento y todo cuenta. Por ejemplo, hay estudios que ponen de manifiesto presentaciones de determinados procesos que hacen que esta información facilite un mejor diagnóstico o identificación de factores de riesgo, no se trata solo de nuevas terapias o tratamientos. Tenemos en Oncología, en fases precoces, medicamentos que posteriormente demuestran la eficacia y seguridad, que hace que pudieran formar parte del tratamiento terapéutico. Pero también hay investigaciones que son originales, promovidas por los investigadores para contestar preguntas sobre cómo mejorar tratamientos, cuándo retirarlos, las mejores combinaciones... El instituto lo compone también un número de investigadores de la Uma que han hecho investigación biomédica, muchos vienen de Ciencias y también del área de Telecomunicaciones o Informática. Tenemos que trasladar esos equipamientos de sensores, microchips... Todo se traslada, y en estos casos la traslación es inmediata.

Es experta en Farmacología. En los últimos meses hemos asistido a decisiones políticas que han puesto dificultades a la comercialización de determinados fármacos, como el caso del fármaco contra la Hepatitis C o la vacuna contra la meningitis B.

Cuando algo afecta a un conjunto de la población tan enorme hay que hacer acciones para llegar a todos. En el caso de la hepatitis C el fármaco ha sido de éxito total, han sido capaces de desarrollar un producto que mejore a la población, tanto como para decir que toda se tenga que beneficiar. Fue muy positivo el grupo de trabajo para el plan estratégico, una forma muy inteligente y correcta de actuar para no dejar a nadie fuera, porque era un tema en el que no se podía excluir a nadie. Es un éxito de los investigadores y de la sociedad, que es la que tiene que participar en estos ensayos clínicos y los que se someten a los tratamientos y colaboran para que estos fármacos sean evaluados: el ensayo clínico, no se hace para un paciente, sino para la comunidad. Que haya diferencias en políticas de vacunación no lo veo tan claro. En el plano de la equidad e igualdad de oportunidades debería haber consenso vacunal.

¿Cómo va la nueva Unidad de Investigación destinada a ensayos clínicos Fase I? Ese espacio en el que se prueba la seguridad y eficacia de un nuevo tratamiento en un pequeño grupo de personas para valorar su aplicación posterior a otros pacientes.

Era una necesidad acariciada durante muchos años, al frente está el doctor Trigo, que es un excelente profesional. Este espacio permite un espacio para impulsar una investigación muy bonita y no se hacía demasiado, esa fase 1 o 2, la que denominamos tempranas. La fase para mayor observación del paciente, monitorización... En temas oncológicos permite que los pacientes que no han respondido a otras terapias pueden beneficiarse de opciones terapéuticas. Y cada vez irá a más, es una unidad a la que auguro un buen futuro, en Málaga los ensayos clínicos se están incrementando y aumentando en esas fases más tempranas de evaluación.

Este año obtuvieron la acreditación por parte del Ministerio de Economía y Competitividad como institución de Investigación Sanitaria, una vez superado todo el proceso de evaluación. ¿Qué supone ostentar este título?

Es el reconocimiento al trabajo bien hecho, que las cosas están perfectamente organizadas, que hay grupos de excelencia y que existe una estructura de investigación orientada a transferir esos resultados a la clínica. Es el reconocimiento a la excelencia científica y a la gestión. Lo sacamos del tirón, no hubo que hacer nuevas pruebas, se había trabajado desde la base en la que se implicaron todos los investigadores para impregnarles de la necesidad de poner en marcha este instituto y la importancia de esta apuesta científica para situar a Málaga en un lugar importante respecto a la investigación biomédica. Una vez acreditado, el instituto puede participar en convocatorias específicas, cosa que antes no se podía, o por ser acreditado poder solicitar un mayor número de contratos de personal o de técnicos o convocatorias de estructuras. Sin duda el talento de todas las personas implicadas en la creación de proyectos es lo que realmente crea y posibilita una estructura competitiva, el área de investigación biomédica, y es el único camino, ya hemos cogido carrerilla.

Hace un año firmaron un catálogo de servicios conjuntos de interés para empresas, instituciones y profesionales del sector médico con el PTA. ¿Cómo va?

Este es otro de los objetivos del Ibima dentro de la estrategia de colaboración y sinergias con instituciones y empresas para poder transferir y trabajar con ellos los productos o el conocimiento generado. Se ha firmado un convenio con el PTA para apoyar a las empresas en el conocimiento necesario de generar esos productos, evaluarlos en los pacientes y poder ser más competitivas con proyectos con los que se pudiera ir de la mano y muy importante en el tema de la formación.

En unos días se celebra Biopartnering Málaga 2015, que el año pasado se hizo para identificar nuevas tecnologías o colaboradores para financiar proyectos i+d+i. ¿En qué consiste?

Están en nuestro ADN, es la necesidad de transferir métodos, sistemas de medida, unos procesos y procedimientos que te pueden beneficiar. Desde cómo examinar la leche de cabra, hasta hacer una APP para hacer una medición para mejorar la aproximación terapéutica para ese procedimiento. Es la necesidad de establecer puntos de encuentro para hablar de ciencia de forma distendida. Esto se hace anualmente y dentro también del encuentro nacional: hoy la innovación y la transferencia es muy necesaria, es otra razón de ser, trasladar los datos y a las tecnologías para que puedan desarrollarlo.

¿Cuál es el futuro de la investigación?

Va a la investigación traslacional tanto nacional como internacional, la tendencia es que cada vez sea más colaborativa, sin fronteras y en donde el análisis y la cantidad de datos debemos descifrarlos para atender al paciente. Veo cada vez proyectos más competitivos, ambiciosos y proyectos muy innovadores.