­A. G. y su mujer llevan ocho meses esperando saber si pueden ser padres. Ocho meses sufriendo una lista de espera que se les hace infinita en la que la incertidumbre les resulta más complicada que cualquier diagnóstico. Tras la espera, las pruebas no estaban

Él, de 38 años, y ella, de 31, llevan años queriendo tener hijos. En la primavera de 2014 lograron un embarazo de forma natural, pero tuvieron que interrumpirlo. El feto presentaba malformaciones y los médicos les desaconsejaron seguir adelante: era inviable.

Para la interrupción voluntaria de la gestación fueron derivados por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) a una clínica con la que la sanidad pública tiene concertado este servicio. «Al cabo de dos o tres semanas empezó a encontrarse mal, pensamos que era algo estomacal, pero no mejoraba y fuimos al Clínico, donde le hicieron una ecografía en la que vieron que quedaban restos y tuvieron que volver a intervenirla», señala el marido de la afectada, que aún se pregunta cómo pudo darse tal negligencia.

Después de aquel episodio se dieron un tiempo para la recuperación y volvieron a plantearse la paternidad. Pero no lo conseguían, así que decidieron acudir al médico de cabecera para que les derivara a un ginecólogo pues, tras el problema derivado del aborto, la mujer no había tenido ninguna revisión. «Casi un año después un ginecólogo del Clínico la vio y decidió mandarnos pruebas para saber si hay algún tipo de incompatibilidad entre nosotros. Todavía no lo sabemos», señala A. G., que critica que desde que el médico les prescribió las pruebas -a ella una analítica de hormonas y a él una de grupo de RH, serología y un seminograma- hasta que les dieron la cita, pasaron cinco meses. Según cuenta, unas semanas antes de acudir a la consulta, recibieron una modificación de fecha: de septiembre a noviembre.

«Ya eran siete meses para una lectura de pruebas, pero esperamos y fuimos a la consulta en la nueva fecha», cuenta el hombre, que critica que, casi ocho meses después, cuando el ginecólogo buscó los resultados en el sistema, no aparecían. «Faltaban dos de mis pruebas. Buscaron por todos lados y no salían. Increíble», señala el hombre, que no entiende cómo tantos meses después no aparecían. A. G. acabó yendo a su médico de cabecera y hasta al mismo Materno para ver si allí estaban los resultados. «Empezaron a echar balones fuera, pero al final estaban allí», apunta el hombre, que no entiende cómo pudieron aparecer tan rápido de forma presencial y, sin embargo, no en el sistema del médico. Para entonces, ya era diciembre. Ahora están a la espera de una nueva cita médica para que el ginecólogo les haga una lectura de resultados y para que a su mujer les manden nuevas pruebas, pues las suyas salieron con los valores normales.

La principal preocupación de esta pareja es que la negligencia de la clínica concertada haya ocasionado algún problema de fertilidad a la mujer, para lo que esperan las nuevas pruebas y, si se confirman sus temores, buscar responsabilidades.

Aún así no van a cejar en el intento de ser padres. Esperan que el ginecólogo que les atienda les incluya en el programa de reproducción en caso de confirmarse que existe algún problema de fertilidad. «Esto tiene un coste emocional, lo que queremos es saber si hay o no problemas para buscar soluciones y no perder más tiempo», apunta el hombre, que reconoce que no comprende cómo hay que esperar tanto entre cita y cita porque el tiempo «pasa».

«No entiendo que sea tan complicado: vale que haya burocracia, listas de espera y saturación, pero no que después de todo haya errores y desaparezcan pruebas. Esto nos quema por dentro, nos han hecho mucho daño», apunta el hombre, que reclamó ante el SAS por las esperas y errores.

Fuentes de Salud señalaron el miércoles a este periódico que para que Atención al Usuario responda a la reclamación faltan algunos datos que ya le han sido requeridos a A.G. y apuntaron a que tanto la consulta de ginecología como la de fertilidad están fuera del calendario de garantía de plazos a excepción de la primera cita de especialidad, que sí debe cumplir los plazos.