A sus 41 años aún recuerda cómo su hermana le contaba tras la noche de Reyes cómo había visto a Sus Majestades llegar a casa y dejar los regalitos que habían abierto, un recuerdo que se difumina con el ambiente familiar que imperaba durante esos días en casa y el tradicional rosco de Reyes.

El reconocido cocinero y estrella Michelin José Carlos García vuelve a vivir la Navidad como cuando era un niño gracias a sus dos pequeños. «Lo disfruto muchísimo porque veo sus caras tan inocentes... Les sigo el juego y disfruto mucho con ellos», explica.

A pesar de pasar su infancia rodeado de fogones y la vida profesional le ha llevado por ese derrotero nunca estuvo entre sus peticiones nada relacionado con la cocina. «Para mí, el afilador era una barra muy larga que hacía de espada», expresa.

No pedía muchos regalos, no fue un niño demasiado ambicioso y los regalos que traían sus padres o tíos para él siempre eran acertados. Tenía especial predilección por los trenes y rememora un año, cuando ya tenía entre 10 y 11 años, en que le trajeron una gran pista de coches con un punto «psicodélico» que le impresionó mucho y recuerda con cariño. «No me lo esperaba», aclara.

El día de Reyes era pura magia para él y su hermana. Vivían arriba de sus abuelos y pasaban el día con ellos hasta que llegaban sus padres. Cuando llegaban tomaban algo juntos y poco después, a dormir. Era una noche llena de nerviosismo que deseaba que pasara rápido para ver qué le habían dejado este año.