­­A juzgar por los rayos de sol que entran por la ventana del despacho de Francisco López Gordillo podría ser primavera. Si bien la estampa que deja el invierno podría utilizarse como reclamo turístico, el investigador nos recibe para explicar qué hay detrás de estas temperaturas atípicas y qué nos depara el futuro.

Málaga, 8 de enero (invierno) y el termómetro marca20 grados. ¿Qué está pasando?

Pasan muchas cosas. Cuando hay una situación de anomalía térmica es consecuencia de una serie de factores. Por lo que se sabe, este año El Niño está siendo muy fuerte y se está combinando con la oscilación ártica, es decir, lo que sucede en mitad del Pacífico y en el Polo Norte tiene influencia en todo el planeta. Hay conexiones a través de las corrientes oceánicas y atmosféricas, llegan corrientes con más humedad, con más temperatura... Viajan miles de kilómetros y afecta en puntos concretos. El Niño es una situación en la que el Pacífico frente a la costa de Perú está más caliente de lo habitual y cambia el patrón de lluvia. Lo normal es que el viento lo empuje hacia Asia lo cual deja a la zona con regímenes de lluvia e incluso de sequía en Australia, al no llegar. Afecta en la zona de los dos trópicos; en la región del Ecuador y tropical del planeta, por lo tanto a nosotros también nos pilla. Todo eso se une al sistema del Atlántico Norte y el Ártico, que también se encuentra muy conectado, y está en fase negativa que impide la llegada de vientos húmedos a la Península Ibérica. Es una combinación de circunstancias.

¿Cuánto hay de fenómeno climatológico y cambio climático en lo que está sucediendo?

Es difícil saber que una situación concreta se deba al cambio climático. El cambio climático predice una mayor probabilidad de que ocurran ciertos eventos y es cierto que las predicciones implican que haya más inviernos cálidos en la Península Ibérica, pero eso no quita que éste en concreto sea por la oscilación del Ártico, la combinación de El Niño...

El año 2015 ha estado plagado de titulares con valores históricos de calor y récords continuos en la provincia.

Sí, lo que se predice es que vamos a ir batiendo con más frecuencia los récords. La frecuencia de eventos extremos como calor extremo o sequía va a aumentar, según señalan los modelos climáticos. Desde que se tienen registros históricos de temperaturas en 1880, aproximadamente, hasta ahora, los diez años más calientes han ocurrido en los últimos 15 años; la tendencia es clara. ¿Podría ser una tendencia natural o de origen humano por el cambio climático? No existen modelos predictivos que sin incluir la parte humana expliquen lo que está ocurriendo. Necesitan introducir el componente antropogénico para acertar con lo que está sucediendo y eso nos lleva a estar bastante confiados en que es cierto que el componente antropogénico tiene una influencia definitiva.

La ciudad se prepara en las próximas décadas a una subida del mar paulatina, lluvias torrenciales... El panorama no es muy halagüeño.

El panorama es difícil y yo me identifico a mí mismo como refugiado climático, un término que utiliza ya la Cruz Roja desde hace años a nivel internacional. El verano no lo aguanto ya en Málaga y esa tendencia la vamos a ir viendo cada vez más. Habrá más gente que soporte difícilmente las temperaturas de verano y las poblaciones humanas se irán moviendo por las situaciones extremas que se conviertan en insostenibles. Todo esto estará vinculado a las cosechas que ya no serán sostenibles en algunas zonas al dejar de ser rentables o que las condiciones climáticas no sean válidas para ese cultivo. Aunque siempre está la posibilidad de cambiar de cultivo; aquí en Málaga vemos como el aguacate y el mango, de origen tropical, están experimentando un auge por los avances en las técnicas de riego, aunque la climatología también ayuda. Aun así, todo tiene un límite y si toda la zona del desierto de Almería se extiende hacia la provincia, los cultivos tropicales de Granada y la Axarquía van a sufrir, indudablemente.

El paradigma que se presenta trae consigo cambios en nuestros paisajes, hábitos y comportamientos. ¿Puede poner en riesgo la subsistencia de nuestra agricultura?

Estamos jugando un poco al pilla-pilla porque tecnológicamente estamos avanzando, creando cultivos cada vez más resistentes con sistemas de riegos más eficientes, a la vez que el entorno y el clima se están deteriorando. Conseguimos avances a contrapelo de lo que es la propia evolución del clima. Los veranos son más secos y se alargan lo cual hace que algunas especies se desajusten como por ejemplo, la última cosecha de almendra fue un desastre o también recuerdo en 2005, por otra situación atmosférica singular, una mala cosecha de aceitunas. Si ese tipo de eventos episódicos son cada vez más frecuentes y extremos hace que cada vez sea más difícil mantener esos sistemas de cultivos. ¿Quién va a ganar? Creo que las cosas van cambiando, iremos adaptándonos. Ya se habla más de la adaptación al cambio climático que la preparación al desastre. El ser humano tiene un gran capacidad de adaptación y esa es la esperanza.

El mar también es uno de los protagonistas de estos cambios sustanciales.

En el mar ocurre otro fenómenos muy importante que es la acidificación, es decir, el propio CO2 se disuelve en el agua hace que el Ph se vuelva más ácido. Con un Ph más ácido hay organismos que se ven afectados y muchos de ellos son fundamentales para el sistema marino como las algas microscópicas. Va a haber un cambio en las especies que dominan los océanos con respecto a otros momentos y el nivel de acidificación del mar. Eso puedo alterar patrones de pesca y migraciones de las propias especies. Se supone que el futuro será un mar con menos especies y más ácido.

¿En qué afectará todo lo mencionado en nuestra vida diaria?

Como ciudadanos europeos que somos, estamos inmersos en un mercado y más allá de nuestros cultivos de olivos y tropicales que se puedan ver afectados, gran parte de nuestro mercado está dentro del mercado global como es el maíz, arroz del que dependen otros productos. Si hay una crisis en el trigo afectará al precio de nuestro pan, es decir, no somos ajenos a lo que sucede de manera global. Tenemos mucha preocupación por los ecosistemas porque no tienen una capacidad de adaptación tan rápida pero el ser humano y la sociedad sí podrán adaptarse. Sin ir más lejos, la desalinización permite tener una agricultura y disponibilidad de agua sin la cual no sería posible. En Málaga habrá veranos de 46 y 47 grados, indudablemente. Tendremos olas de calor como la del año pasado que empezó a finales de junio y duró hasta más del 20 de julio. Casi un mes de ola de calor, eso es una barbaridad, no era una ola de calor era como un tsunami. Estas situaciones de anomalía que cada vez son más frecuentes sí que las vamos a sufrir.

La cumbre de París contra el cambio climático fijó un compromiso de financiación y no superar los dos grados de temperatura. Los objetivos de reducción de emisiones no serán vinculantes, ¿es suficiente?

Creo que no y todos los científicos y expertos en esta materia dicen lo mismo. Ha faltado lo que falta siempre. Ten en cuenta que al nivel que está la sociedad, con un gran poder tecnológico y científico en nuestras manos para hacer grandes cosas con un gran conocimiento de lo que ocurre. Pero las decisiones se toman por parte de gente que tiene muy poca formación científica. Para mí, falta que los políticos tengan conocimiento, formación y sensibilidad científica general, es decir, hay grandes potencias como EEUU en las que la formación científica es muy pobre y casi la mitad de los americanos niegan la evolución biológica. Una sociedad con poder y sin conocimiento da miedo. Hemos visto a Obama (presidente de EEUU) pelearse por implantar un sistema de Sanidad más débil que el que tenemos en España. Faltan líderes con conocimiento y las decisiones se toman en base a una serie de intereses en los que la ciencia no forma parte prioritaria.

Los expertos dicen que solucionar este problema daría beneficios comparables a la Revolución Industrial, ¿ por qué es tan difícil atajarlo?

Hay una red de intereses ya tejida muy sólida. En la época de Margaret Thatcher y Ronald Reagan se han instaurado poderes económicos que mandan más que los políticos, la ignorancia científica ha campado a sus anchas y derrumbar eso es muy difícil a pesar de que las razones son evidentes y el argumento claro. El Gobierno de EEUU tenía un informe en que apuntaba que el aumento del CO2 en la atmósfera podía causar el cambio climático en el año 61, es decir, se sabía. Desde el año 58 se empezó a medir el CO2 y aquí estamos. Es muy necesario el cambio de modelo energético, es fundamental. Greenpeace presentó un plan de 100% renovables para España que nadie se ha interesado por él de manera seria y está a punto de instalarse en El Hierro, lo cual lo hace posible y factible pero requiere una gran inversión. Una inversión a vista de más de cuatro años -elecciones- a 10, 15 o 20 años vistas y nadie se compromete a hacer ese cambio de modelo a tan largo plazo. Vamos parcheando.

¿Qué se está haciendo desde la Universidad para abordar este asunto?

Si en la sociedad hay poco conocimiento científico, en España, olvídate. Nuestro gobierno actual se ha cargado el 40 por ciento de la ciencia en España y ha sesgado el relevo generacional. Para el nuevo proyecto que hemos solicitado financiación el integrante más joven que lo compone soy yo que tengo 45 años. No están dotando becarios y personal para que haya una continuación y seguimiento. Lo que hacemos es con muchísima voluntad ya que nuestra carga docente ha aumentado. Claro que hay gente haciendo cosas. La última reunión que tuve con el Ministerio sobre los programas polares vi que había gente haciendo grandes cosas con poco dinero y mucho amor por la ciencia. Hacemos de becarios de otros grupos internacionales de investigación para rascar algo en algún lado, es penoso pero con voluntad se van consiguiendo cosas. Es por nuestra dedicación por lo que aún formamos parte de esa comunidad internacional que tienen algo que decir.