«Muchos ateneos se han convertido en peñas culturales, otros en ateneos comerciales, con restaurantes o que cobran la entrada. El Ateneo de Málaga creo que ha mantenido la esencia del ateneísmo desde que nació y en ello estamos», cuenta Diego Rodríguez Vargas, jiennense de Bedmar de 67 años y presidente del Ateneo desde 2009, cargo que dejará en 2017 tras dos mandatos, el máximo que permiten los estatutos.

Maestro durante 42 años pero también investigador, colaborador durante muchos años con la Universidad de Málaga y Premio Nacional de Innovación Educativa, en 2001 el entonces presidente Antonio Morales le animó a entrar en la junta directiva de un Ateneo «que conocía como espectador, cuando acudía a conferencias a la sede de la calle Ramos Marín».

De la etapa de Antonio Morales quiere destacar también el trabajo todoterreno de Luciano González así como el proceso de atracción que sintió «por este espacio y su historia» y que le animó a presentarse a las elecciones.

De su etapa destaca el afán de que el Ateneo se adapte a los fugaces tiempos actuales ofreciendo un abanico amplísimo gracias a 35 vocalías y a la implicación de los vocales, además de haber capeado la crisis y llegado a buen puerto: «Hemos pasado de una crisis y un déficit a un equilibrio presupuestario y además con una caja de solvencia, esa es la herencia que quiero dejar al siguiente».

En la actualidad el Ateneo de Málaga cuenta con cerca de 700 socios, así como con extensiones de la institución en Fuengirola, Torremolinos, Villanueva del Rosario y Ojén (el propio Ateneo animó a la antigua extensión de Marbella a convertirse en el Ateneo de Marbella).

Para este año tiene programados veinte grandes actos conmemorativos del 50 aniversario en varios espacios de la ciudad pero también en el Ateneo de Madrid: Conciertos, exposiciones audiovisuales y fotográficas, poesía,documentales, libros, tertulias... todo lo que mejor resume a este Ateneo de Málaga por el que no pasan los años.