El IES Politécnico Jesús Marín se ha convertido en pionero también por la reciente adquisición de un aparato desfibrilador que espera no tener que utilizar nunca, pero que podría prestar servicio en caso de emergencia sanitaria al importante volumen de personas que acude a diario a estas instalaciones para dar clase y para formarse. El director del instituto, Arturo Fernández, explica que desde hace tiempo el consejo escolar contemplaba la posibilidad de tener un equipo de estas características «y hemos encontrado la fórmula más razonable para el centro y lo hemos comprado».

La compra del aparato lleva aparejado un curso de formación para ocho personas. Este curso ha sido recibido por profesores, «con la idea de que cubramos todo el horario, desde la mañana a la noche». Además, se de la circunstancia de que uno de los ordenanzas ya contaba con este curso, «por lo que seremos nueve personas los que estaremos capacitados para utilizar el desfibrilador en caso de urgencia», añade Fernández.

«Nos insistieron mucho en los siete primeros minutos», asegura el director del Jesús Marín. Esos primeros minutos son clave para que una parada cardiaca no provoque lesiones irreversibles en la víctima. «El desfibrilador estará en la sala de profesores, a cinco minutos del lugar más lejano del centro», sostiene Fernández. «El enfermero que nos ha dado el curso nos puso situaciones límites que pueden ocurrir. Infarto, alumnos que se electrocutan en clase de Electricidad, Electrónica o Automación, posibles desvanecimientos en el gimnasio... En todos esos casos tener un aparato así genera certidumbre, aunque siempre, por supuesto, haya que llamar al 112», insiste Fernández, quien informa de que la inversión no ha llegado a 3.000 euros, de fondos propios del centro.

El aparato tiene una gran capacidad de automatismo y «te dice lo que tienes que hacer en cada momento». El curso ha servido para conocer el protocolo de la reanimación cardiopulmonar (RCP), ventilación a través del boca a boca, conocer los aparatos de auxilio, ventilador manual y masaje cardiaco.

«Nuestro centro tiene una gran población escolar. Es un instituto grande y la medida de edad del claustro cada año es mayor. Por ello hacía tiempo que barajábamos la posibilidad de adquirir un desfibrilador y la verdad que cuando te lo ponen así, por delante, después de haberlo hablado, ya no te atreves a decir que no, por si acaso», señala Fernández, que insiste, sin embargo, en que esperan no tener que usarlo nunca, «y no vernos en una situación así».