En una de las películas de Tarzán protagonizadas por el nadador austriaco Johnny Weissmüller, su hijo Boy se queda dormido en la hoja de una Victoria cruziana o irupé que se desprende y baja por un río en dirección a una peligrosa catarata. Tarzán, por supuesto, le salva en el último segundo.

«Vi la imagen en internet, en realidad Boy está en una colchoneta con forma de hoja, y luego la acción transcurre en África, cuando la planta es de América, pero eso no les importaba mucho a los guionistas de Hollywood», ríe Carlos Espejo.

Este biólogo y zoólogo de 47 años está al frente de los invernaderos del Jardín Botánico Histórico de La Concepción, una finca que pese a los recortes de personal y carencias de estos años de crisis sigue haciendo posible sorpresas botánicas como la mencionadaVictoria cruziana, una planta acuática que sólo pasaría inadvertida en Brobdingnang, el impronunciable país de los gigantes al que llegó Gulliver.

«Creo que este año en España somos los únicos que tenemos esta planta. Cuando volví de vacaciones tuve que quitarle siete hojas porque el contenedor se había quedado pequeño», recuerda Carlos, que cuenta que la piscina en la que se mantiene esta planta originaria de Sudamérica tiene 11.500 litros. Y en cuanto a la longitud de las hojas, de momento las más grandes miden 1,10 de largo.

Y todo este exótico poderío surge de un semilla del tamaño de un guisante -las semillas se las enviaron de los jardines botánicos de Amsterdam (Holanda), Turku (Finlandia), St. Gallen y (Suiza) y Graz (Austria)-.«Es una semilla muy complicada porque la tienes que conservar a 15 ó 16 grados y si baja de 15 o se queda sin agua se muere», y cuenta que enriquece la tierra de este portento con una bola de barro a la que introduce un abono de bonsai muy especial «y muy caro». «Y cuando la cierro dejo que se seque, la echas dentro y la diluyes donde puedes y así se va alimentando».

En el nombre científico de la planta encontramos, como curiosidad, a la reina Victoria de Inglaterra, mientras que cruziana recuerda al presidente de Perú y Bolivia Andrés de Santa Cruz, que patrocinó la primera expedición botánica en la que se recogieron ejemplares y semillas de la irupé.

La Victoria cruziana es famosa por soportar el peso del hijo de Tarzán en el cine, una gesta posible, y como pequeña muestra el biólogo posa junto una cámara fotográfica sobre una de las enormes hojas, cuyo envés esconde enormes pinchos.

«La planta aguanta el peso de un niño chico», dice Carlos Espejo, que explica cómo hacerlo: «Hay que poner una tabla semirrígida sobre la hoja para que se distribuya el peso en la superficie y entonces ya puedes poner ahí al niño».

El objetivo, señala la botánica del jardín Amelia Caffarena, es que esta espectacular joya vegetal pueda exhibirse al público de La Concepción al aire libre durante el próximo verano. Y mientras tanto, Carlos pedirá más semillas para que la grandeza de la Victoria cruziana se multiplique.