­El terremoto de 6,3 grados en la escala de Richter registrado durante la madrugada de ayer lunes en el mar de Alborán dejó en la ciudad autónoma de Melilla más de una veintena de heridos de carácter leve, 11 familias desalojadas y daños materiales. El terremoto, con epicentro a 62 kilómetros de la localidad marroquí de Alhucemas, fue el más intenso de los sentidos en España desde 2009, aunque no el más grave, y es el tercero que supera los seis grados de intensidad en Melilla tras los que se registraron en 1994 y en 2004.

En Marruecos, un menor de edad, residente en Alhucemas, fue la única víctima mortal del seísmo. Según fuentes de organizaciones no gubernamentales, el niño de 12 años sufrió un ataque de pánico al sentir un seísmo de tal magnitud y durante su traslado al hospital falleció al sufrir un paro cardiaco. Además, se contabilizaron en esa localidad una decena de heridos, entre ellos, algunos que se lanzaron desde las ventanas de pisos ante el temor de que el terremoto tuviera los mismos efectos devastadores que los del 24 de febrero de 2004, cuando un seísmo de fuerza 6,1 con epicentro en Alhucemas, provocó más de 600 muertos y cerca de mil heridos.

En el caso de Melilla, los servicios de emergencias recibieron más de 200 llamadas en apenas una hora y media y se atendió hasta el mediodía a 26 personas por heridas menores -traumatismos, cortes y algunas lesiones leves como consecuencia de los temblores-, todas ellas dadas de alta.

La zona más afectada en la ciudad fue el barrio de la Victoria, donde se localiza el inmueble Estrella Polar, de seis plantas, en el que tuvieron que intervenir los bomberos para analizar las grietas del edificio y donde una de las vecinas, Inés García, afirmó que «el piso parecía mantequilla». Las viviendas afectadas de las once familias desalojadas están ubicadas en cinco calles diferentes, la mayoría en el centro urbano, aunque también en el barrio del Tesorillo. Algunas están en edificios de pisos de tres plantas, pero sobre todo en casas de una sola planta o dos como máximo. La revisión de estos edificios se incluyó dentro del medio centenar de inspecciones que realizaron en la jornada los equipos de técnicos y Bomberos.

El amanecer se adelantó en Melilla por el terremoto. A las 5.20 horas de la mañana los animales domésticos (perros, gatos, periquitos...) fueron los primeros en dar la señal de alarma. Unos segundos después la población sintió temblar sus camas, habitaciones y casas. Ataviados con lo primero que encontraron, algunas personas salieron descalzas, otras se vistieron mientras bajaban las escaleras de sus edificios o bien en la misma calle; la mayoría portaba móviles a modo de linternas porque no había electricidad ni en las casas ni en las calles. Las primeras imágenes por WhatsApp no tardaron en aparecer: edificios agrietados, coches destrozados por cascotes de obra que caían sobre ellos.

La gente buscó refugio, paradójicamente, en los espacios abiertos, lo más alejados posible de los pisos: hay quienes se juntaron en explanadas cercanas, en los parques, quienes se acercaron a la orilla de la playa y también quienes decidieron escapar hacia lo más alto, el pinar de Rostrogordo. Con el paso de los minutos, muchas familias empezaron a reencontrarse entre abrazos tranquilizadores. Las madres del Hospital Comarcal no dudaron ni un segundo en recoger a sus bebés de las cunas y salir con ellos a la calle. Mientras, en la comisaría hubo nervios e indecisión, tal vez, sobre qué hacer con los presos. Las cámaras de seguridad de muchas tiendas y supermercados registraron el temblor e imágenes de objetos cayendo con fuerza desde las estanterías.

El seísmo, que provocó el cierre de los centros educativos por precaución, afectó al funcionamiento de la Administración por los daños en el Palacio de la Asamblea (construido en 1948 y uno de los edificios emblemáticos del modernismo melillense), donde aparecieron grietas en el interior y en las dos torretas que coronan la parte central de su fachada. Una de ellas, casi con toda seguridad, tendrá que ser derribada y reconstruida.

El subsecretario de Interior, Luis Aguilera, y el director general de Protección Civil, Juan Antonio Díaz Cruz, viajaron a Melilla para transmitir «un mensaje de tranquilidad», y dijeron que todos los dispositivos están preparados ante posibles réplicas (se produjeron en la jornada más de 60, algunas con intensidad superior a cuatro grados). El presidente de Melilla, Juan José Imbroda, subrayó el «comportamiento ejemplar» de la población y la ausencia de daños personales importantes. Según Imbroda, el Rey se puso en contacto telefónico con él para interesarse por la situación. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, se mostró dispuesto a aprobar propuestas en el Consejo de Ministros si fuera necesario y transmitió su solidaridad con Melilla, a la que ofreció la ayuda del Ejecutivo «al completo».