­La palabra cáncer está en el top ten de las búsquedas de Google y de las consultas médicas. Se trata del peor de los diagnósticos y al que más tememos enfrentarnos. Pero el cáncer no es hoy el de ayer. Tampoco el de mañana. La ciencia avanza a un ritmo vertiginoso porque, mientras cirujanos y oncólogos luchan contra los tumores in situ, mientras miles de personas se revisten con una coraza para sobrellevar sus tratamientos, otros miles de investigadores trabajan con ahínco para convertirla en una enfermedad crónica que no invalide y que, sobre todo, no mate.

El 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, una jornada que pretende hacer visible esta enfermedad, que padecerá una de cada dos personas. Pero este dato, que en cierto modo puede alarmar, contrasta con el porcentaje de supervivencia, que se ha multiplicado por tres desde los años 70 gracias a los avances en cribado, diagnóstico precoz y por la mejora de los tratamientos.

Entre los principales retos está conocer y profundizar más en los factores que previenen el desarrollo de un cáncer, avanzar en nuevas técnicas de detección precoz, clasificar el tumor para dar con el más específico de los tratamientos, identificar opciones terapéuticas alternativas para eliminar los tumores más resistentes e identificar y comprender los mecanismos biológicos responsables de la metástasis.

Los avances científicos, tanto en estudios de laboratorio como en ensayos clínicos están posibilitando que esta enfermedad alcance las altas cifras de supervivencia con las que hoy se inyecta optimismo a los pacientes, que aspiran a hablar del cáncer en pasado.

Que la metástasis se convierta en una enfermedad crónica de largos supervivientes y que los tumores se detecten cada vez a estadios más tempranos con el objeto de que las consecuencias no sean graves ni se vean afectados otros órganos son dos de las grandes premisas de las que parten clínicos e investigadores. Por ello, la detección precoz y la prevención se han convertido en las grandes aliadas con las que luchar.

Desde programas preventivos como los cribados de cáncer de mama o colon -dos de los más frecuentes- hasta la lucha contra el tabaquismo, que aún hoy es responsable de la mayoría de cáncer de pulmón, tanto instituciones como profesionales apuestan por invertir en la prevención como la mejor de las armas contra esta enfermedad que en muchos casos se puede evitar. Una vida sana lejos del sedentarismo, una dieta equilibrada y una actitud positiva ante la vida hacen el resto. Lo demás es una cuestión genética y, muchas veces, de estadística.

Y es que el mejor cáncer es el que no se tiene. De hecho, uno de cada cuatro fallecimientos que se produce en España se debe al cáncer, pero el 50% de estas podría evitarse con hábitos de vida saludable. Los médicos lo advierten, el ahorro para Sanidad sería mayúsculo desde el punto de vista social y económico si se hiciera una apuesta decidida por eliminar la obesidad, el tabaquismo e incluir nuevos programas preventivos que detecten tumores en estadios tempranos con el objeto de que no avancen e implantar terapias de choque, de la mano de una medicina personalizada que permita afinar en las mejores dianas terapéuticas.

En España, el tumor más frecuente en hombres es el cáncer de próstata y en mujeres, el de mama, mientras que si se tiene en cuenta a ambos sexos, el más numeroso es el colorrectal. En cuanto a la supervivencia, los mejores resultados se encuentran en el cáncer de mama como consecuencia de la investigación de los últimos años, las campañas de cribado y la prevención.

Gracias a la investigación la supervivencia en cáncer se ha incrementado un 20% durante los últimos 20 años. Una cifra que va en aumento aunque con ralentí a consecuencia de la crisis.

La investigación permite descifrar el cáncer a través de distintas aproximaciones: desde el conocimiento de los mecanismos fundamentales, genéticos y celulares, hasta estudios de impacto poblacional o proyectos directos en pacientes. En definitiva, se trata del medio más eficaz para poder acabar con esta enfermedad, aumentar el techo de la supervivencia y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Cuatro testimonios narran su combate diario contra el tumor