La Audiencia Provincial ha condenado a cinco años de cárcel a un padre por tratar de matar a su hijo a palos y clavándole un cuchillo en el riñón derecho, lo que casi le cuesta la vida, aunque su vástago ha sido condenado a tres meses de cárcel precisamente porque él inició la pelea y fue a buscar a su progenitor a la casa familiar ubicada en el municipio de Alameda.

Los hechos ocurrieron a las 22.30 horas del 28 de enero de 2014, según consta en la sentencia, a la que tuvo acceso este periódico, cuando uno de los encausados, tras consumir bebidas alcohólicas, se dirigió a la casa en la que reside su padre, ubicada en Alameda, partido judicial de Antequera.

Así, el joven, de 31 años en el momento de los hechos, «comenzó a golpear con la mano la puerta de entrada al tiempo que gritaba lo siguiente: ‘Sal fuera», acompañado de varios insultos.

Acto seguido, el padre se levantó de la cama, «pues estaba acostado, y salió a la calle con un palo de madera de un centímetro de diámetro aproximadamente y 1,5 metros de largo de color verde, además de un cuchillo», armas que repartía entre sus manos, considera acreditado la Audiencia Provincial de Málaga.

La pelea. Una vez en la calle, el progenitor le dio a su hijo con el palo un golpe en la cabeza, mientras que el segundo, «con ánimo de menoscabar la integridad física del padre y con la intención de defenderse, le dio, a su vez, un bocado en la zona de la barbilla, cayendo ambos al suelo».

Al instante, el padre, con ánimo de acabar con la vida de su hijo, «le clavó el cuchillo que llevaba en la zona del costado», afirma el tribunal.

A consecuencia de ello, el joven sufrió una herida incisocontusa en la zona posterior del costado derecho con un traumatismo hepático y renal que le provocó la pérdida de líquido, una secuela que, de no haber sido tratada de forma urgente por los servicios médicos, «hubiera dado lugar irremediablemente a la muerte del perjudicado». De hecho, tuvo que ser operado de urgencia.

El padre, por su parte, sufrió una herida en el mentón por la mordedura, así como erosiones y arañazos, secuelas que sanaron a los veinte días, cinco de los cuales estuvo impedido para realizar sus ocupaciones habituales.

El padre es sentenciado a cinco años de prisión por un delito de homicidio en grado de tentativa con la circunstancia agravante de parentesco, mientras que el hijo es castigado con tres meses de prisión por un delito de lesiones. En su caso concurren la agravante de parentesco y la eximente incompleta de legítima defensa.

La sentencia ya ha adquirido firmeza, pues a la misma se llega después de que los dos encausados manifestaran su conformidad con los hechos relatados por la Fiscalía en su escrito de acusación y con las penas solicitadas, por lo que no cabe recurso alguno contra este fallo. El padre, por cierto, está en prisión desde dos días después de que hubiera sucedido el hecho, es decir, lleva dos años y un mes entre rejas.