­ «Los 426 euros de ayuda que recibo van para pagar la comida y si sobra algo intento pagar algún recibo de la luz para no quedarme atrás». Las prioridades de Vanessa Martínez están claras y con los escasos 400 euros que entran en casa su objetivo es que a ninguno de sus cuatro hijos le falte un plato para comer.

Esta semana le han vuelto a cortar la luz en casa, una situación que esta vez se ha demorado 24 horas pero ni una más. Ha vuelto a recurrir a Cruz Roja para que le paguen los recibos atrasados, que ascienden a 310 euros. «Sin luz no puedo estar, tengo dos niñas pequeñas en casa», explica esta madre.

Su situación es complicada. Entró hace 15 años en Limasa y desde entonces sólo ha cotizado 600 días. «Ahora me han llamado para trabajar el Jueves y Viernes Santo pero con ese dinero tú me dirás qué hago», expresa esta joven de 39 años con dos pequeños a su cargo y otros dos ya mayores de edad que le han hecho recientemente abuela por tercera vez. «Viven fuera de casa pero las cosas no van bien y yo como madre les pongo un plato de comida o dejo que vengan a ducharse. Eso también es un gasto», argumenta. Mientras le llaman o no de la empresa se ofrece como limpiadora y camarera de piso para ver si llega el trabajo que tanto necesita.

La ayuda familiar no da para más y en su vivienda de alquiler del Instituto Municipal de la Vivienda (IMV) hace tiempo que dejó de pagar las mensualidades. «Son unos 290 euros más o menos de alquiler y deberé unos 8.000 euros», puntualiza.

Ahora mismo debe dos recibos del gas y uno de agua y expresa que la ayuda de Cruz Roja es fundamental para ir superando los pagos como puede. A finales del 2015 recurrió a ellos ante un inminente corte de luz y, además de ayudarle con el pago, se apuntó a un taller que dirige un especialista para enseñarle a afrontar la compleja situación que tiene. «El psicólogo me ayudó a llevarlo todo», apunta. Este año ha tenido que volver a recurrir a la asociación y ha estado inscrita en un taller que enseña cómo se puede ahorrar en casa para que la factura no traiga sorpresas amargas a fin de mes.

«He aprendido a leer una factura. Parece fácil y una tontería pero no lo es», añade. Eso, y algunos trucos para que el gasto no se dispare e incluso la instalación de bombillas de bajo consumo, son algunos de los consejos que se ha apuntado para poner en práctica en su día a día.

Para la vuelta al cole o los regalos de los Reyes Magos, Vanessa también tiene una mano amiga en Cruz Roja.

Está agradecida pero nada le haría más feliz que poder pagar sus facturas por sí mima y tener unos ingresos que le permitieran salir hacia delante. «Lo que yo necesito es un trabajo», concluye.