­La cara A de la huelga de basura tal vez esté representada por la imagen de los miembros del comité de empresa con su presidente, Manuel Belmonte, a la cabeza y, justo frente a ellos, el alcalde, Francisco de la Torre, el edil de Sostenibilidad Medioambiental, Raúl Jiménez, y los próceres de Limasa. La tensión se puede cortar con un cuchillo. Pero la cara B, la que molesta a los ciudadanos, es la de un contenedor desbordado por cientos de bolsas de basura y varios extranjeros paseando que se tapan la nariz mientras buscan de reojo la complicidad de algún ciudadano cabreado. Y esa foto, la B, es la de los desórdenes, la de los incidentes, la de contenedores ardiendo al viento. En las calles de la urbe hay ya casi 5.000 toneladas de basura, convirtiendo así la capital en un enorme vertedero, una instantánea más propia de otras latitudes.

Hasta ahora, desde la medianoche del primero de marzo, cuando comenzó el paro total de la plantilla de limpieza de la capital, han ardido 195 contenedores, según el Ayuntamiento de Málaga. Pese a ello, esos incidentes se han desarrollado sin que se produzcan daños personales, aunque sí los ha habido materiales: un coche particular ha ardido por la incapacidad de ambas partes de llegar a un acuerdo.

Además, siete árboles han resultado afectados por estos incendios, lo que traducido en euros supone 3.169, informó el Consistorio.

En cuanto a los que se dedican a prender fuego a los contenedores para ayudar a calentar el clima de una negociación que al menos hasta ayer se tornaba eterna, la Policía Nacional ha detenido a tres personas entre la madrugada del pasado miércoles y la del jueves por su relación con estos incidentes. Para dos de ellos, el juez ha decretado prisión provisional.

En los polígonos ya pueden verse ratas y el mal olor crece a medida que se acerca la Semana Santa. En la concentración de hosteleros y ciudadanos del miércoles por la mañana, frente a las puertas del Consistorio y tras el baño de multitudes que se dio el azorado regidor malacitano, hubo insultos entre los concentrados y un grupúsculo de Stop Represión, que defendía la postura, pancarta en mano, de una plantilla que reivindica su derecho a exigir lo que exige mientras que la ciudadanía se cuece en el caldo que emana de la basura a fuego lento de contenedor.

En cuanto a los servicios mínimos, los del miércoles, claro, intervinieron 17 equipos en el turno de noche, otros tantos en el de mañana y nueve en el de la tarde. La mayoría lo hizo con retraso por el tiempo que pierden los delegados de Prevención de Riesgos Laborales de Limasa en ver el estado de los coches: luminarias, documentación, extintores, neumáticos, cinturones de seguridad, adhesivos de los asideros, dice el Consistorio. Ni los técnicos de la ITV.

Desde que comenzó el paro hasta el miércoles se han recogido 2,2 millones de kilos de basura, frente a los 6,8 del mismo periodo de 2015. Según los datos, en los contenedores o en la vía pública hay más de 4.600 toneladas de residuos, una cifra que superará ampliamente las 5.000 a lo largo de la mañana de hoy.

Aún, la pelota está en el alero, cuando esta tarde se producirá el primer traslado de la Semana Santa malagueña.