­El exregidor de Marbella Julián Muñoz será un hombre libre en unos días. No es que sea inocente, es que la Audiencia Provincial de Málaga, tras rechazar un recurso de la Fiscalía Anticorrupción, le concede el tercer grado penitenciario por razones humanitarias dado que padece enfermedades que, como mucho, le permitirán vivir entre uno y cinco años más. El nuevo grado penitenciario, que tendrá que establecer la Junta de Tratamiento de la prisión, le permitirá no tener que continuar entre rejas y, es posible, que ni siquiera tenga que dormir en su celda, sino que cumplirá su pena en su domicilio tal vez con una pulsera para controlarlo.

El estado de Julián Muñoz en los últimos juicios puede resumirse en alguna de las muchas fotos que lo han inmortalizado recientemente. Vestido de chándal, muy delgado, secándose con el pañuelo la saliva que resbala desde una boca convertida en mueca dolorosa y respondiendo a preguntas que no escucha por su sordera galopante. Recientemente, se desmayó en un juicio, y, tras ser trasladado a la prisión de Almería, ha sido devuelto a Alhaurín de la Torre para seguir yendo a los innumerables plenarios que le quedan por delante -ahora está sentado en el banquillo por Goldfinger y El Pinillo-. El destino, siempre caprichoso, hace que sea Juan Antonio Roca, el todopoderoso gerente de Urbanismo que él cesó en 2003 para ponerse a bien con la Junta, el que lo sostenga, le traduzca lo que se habla en el idioma jurídico, e incluso el que lo auxilia cuando le da una pájara. Su extrema fragilidad es evidente. Y eso lo ha visto la Audiencia Provincial.

Julián Muñoz estuvo ya en prisión entre julio de 2006 y julio de 2009, cuando pagó de una tacada por casi un centenar de causas urbanísticas. Luego salió a la calle, lo dejó su entonces novia, Isabel Pantoja, y, tras compartir banquillo con ella y su exmujer, María Teresa Zaldívar, en abril de 2013 fue enviado de nuevo al presidio de Alhaurín, por lo que si se suman ambos periodos el exalcalde de Marbella que perdió su reinado en un cálido agosto de 2003 ha pasado seis de los diez últimos años entre rejas.

«Se ha puesto de manifiesto que el interno padece enfermedades graves que tienen el carácter de incurables como son la dolencia cardíaca y los ictus sufridos, la obstrucción arterial, la presencia de un aneurisma abdominal o la afección pulmonar que pueden producirle, dado el estrés que supone el entorno carcelario, una sobrevenida e inesperada complicación en cualquier momento» ya sea en Almería o en Alhaurín de la Torre, recalca el tribunal que, por cierto, es el mismo que lo juzga estos días por el pelotazo inmobiliario de El Pinillo.

En el primero de los informes forenses, en los que se basó la Audiencia para rechazar su tercer grado, acordado antes por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria tras un recurso de la defensa de Muñoz contra la decisión de la cárcel malagueña de denegarle el nuevo grado, se constataba que el exregidor estaba mal, pero en el de julio de 2015, de apenas seis meses después, se comprueba el agravamiento de su cuadro general. No es que se agravaran sus enfermedades, que también, sino que había nuevas.

El médico forense se explayó: «Siendo las que más destacan (las enfermedades) las consistentes en infartos lacunares, ictus, obstrucción arterioesclerótica de ambas carótidas, aneurisma en la aorta abdominal de 25 por 30 milímetros, mala ventilación de los lóbulos inferiores pulmonares...».

Este médico le da de uno a cinco años de vida y asegura que se ha convertido en un «discapacitado que requiere cuidados especiales y asistencia hospitalaria». Su estado no es terminal, pero sí «grave e incurable». No en vano, en 2014 tuvo que ser atendido en centros médicos ajenos a la cárcel 20 veces y, en un semestre de 2015, otras nueve, a las que hay que sumar las de 2016.

La Sala es consciente de que la decisión que toma es controvertida dado el conocimiento público del «personaje» y la falta de pago de la responsabilidad civil, pero el tercer grado no supone que «se acuerde la exoneración al mismo de la pena impuesta». Añade el tribunal que parece difícil que pueda volver a delinquir o escaparse. En unos días, Muñoz saldrá de prisión.