­La apuesta investigadora en Málaga mantuvo en activo durante 2015 un total de 443 ensayos clínicos, una cifra similar a la del año anterior y que evidencia el interés por la sanidad malagueña en hallar nuevos fármacos y tratamientos para mejorar la asistencia a los pacientes.

Estos son responsabilidad de los grupos de excelencia integrados en el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) y los grupos emergentes de investigadores de unidades de gestión clínicas (UGC) de centros hospitalarios y Atención Primaria de la provincia. Un 17% de dichos ensayos son independientes y el resto dependen de la industria farmacéutica. En 2015 se mantuvieron los nuevos contratos de investigación con 139 nuevos frente a los 137 de 2014.

La investigación de todos estos grupos -el 80% integrados en IBIMA y el resto de las unidades emergentes- está gestionada por la Fundación Pública Andaluza para la Investigación de Málaga en Biomedicina y Salud (FIMABIS), que se vela por estos estudios en la provincia. Las áreas de mayor impacto en investigación son las de oncología, endocrinología, reumatología, neurociencias, hematología, nefrología, enfermedades del corazón, enfermedades infecciosas, digestivo y laboratorio clínico, que investigan en patologías relacionadas con la enfermedad cardiovascular, enfermedades crónicas -como la obesidad y la diabetes-, alérgicas, reumatológicas, oncológicas, neurológicas -esclerosis múltiple, y esclerosis lateral amiotrófica (ELA)-, hemofilia y leucemias, fibrosis quística, trasplantes, psoriasis o hepatitis.

Dentro de las unidades emergentes en investigación se encuentran las áreas de ginecología y obstetricia, pediatría, oftalmología, dermatología, traumatología, neumología, cuidados intensivos y atención primaria, que empiezan a adherirse a estos para ofrecer más tratamientos a sus pacientes. En este sentido, la Unidad de Gestión Clínica de Ginecología y Obstetricia de Carlos Haya y el Materno mantiene en activo cuatro ensayos clínicos. Según informó el propio centro sanitario, uno de ellos, que se está haciendo a nivel internacional, está evaluando la seguridad y eficacia de una molécula para controlar el dolor asociado a la endometriosis en mujeres que no han tenido buena respuesta a otros tratamientos o el dolor residual en pacientes que han sido intervenidas en quirófano. Asimismo, esta unidad está participando en un ensayo clínico europeo que persigue medir la eficacia de una vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) en mujeres en las que persiste la infección por el virus. La coordinadora del bloque quirúrgico de la unidad, Emilia Villegas, asegura que, aunque pueda parecer paradójico, están buscando el efecto curativo «con una vacuna cuyo efecto es preventivo en mujeres donde persiste el virus activo».

Prueba del éxito de estos grupos de investigación es que el 31% de los ensayos clínicos de todos los que se están haciendo en Málaga son en fase I y II, es decir, en la de prueba. El 16% de ellos son internacionales. Los ensayos clínicos en estas fases tempranas tienen un mayor grado de complejidad y los llevan a cabo grupos de investigación ya consolidados. De hecho, estas están claramente delimitadas. La fase I es la prueba inicial de un fármaco del que no se conoce su efecto en personas, más allá de su prueba sobre un cultivo en células. «Se trata de probar en personas que estén lo más próximas posibles a las que en el futuro estará dirigido», indica el presidente del Comité de Ética de la Investigación, Antonio Pérez Rielo, que señala que se hace en grupos de pacientes reducidos, unos 20 o 30. En el caso de la fase II se prueba la eficacia y la dosificación en un grupo más amplio de pacientes, mientras que en la III se estudian los datos analíticos y se prueba en grandes grupos de pacientes para darle mayor valor estadístico. La última de las fases, la IV, es aquella en la que el fármaco empieza a comercializarse y puede compararse su eficacia con otros similares y delimitar efectos. Málaga cuenta desde 2014 con una Unidad de Ensayos Clínicos de fase I ubicada en el Hospital Clínico.

La participación de los servicios clínicos en estudios de investigación es un criterio de calidad, ya que la participación en ensayos clínicos supone para la población de referencia de ese centro la posibilidad de tener acceso a nuevas terapias y a fármacos innovadores, aún no comercializados, de forma anticipada.

La investigación clínica con medicamentos -Real Decreto de 4 de diciembre de 2015- tiene una regulación estricta encaminada a conseguir el mayor nivel de seguridad y transparencia, entre otros aspectos.