Todos los años por estas fechas hay un parón. Quienes conocen bien la actividad política están familiarizados con el bajón que ésta sufre en Semana Santa, cuando el hacer acto de presencia en alguna procesión se convierte en deporte provincial. En Málaga, el afán por mezclar la Iglesia con las estructuras del Estado ha consistido un año más en cientos de concejales y diputados enfundándose las mejores galas antes de improvisar un ave maría. Siempre, con la última finalidad de aparecer en alguna foto junto a un Cristo y honrar así la arraigada devoción que siente un pueblo volcado con sus figuras. No queda ya en la alineación del momento un Pedro Moreno Brenes. Tan auténtica era su fe, que por profesarla le llovían críticas como panes. Ya se sabe, la primera señal de que estás haciendo algo bien en este país, es provocar el delirio de la izquierda y de la derecha a la vez.

A pesar de que Moreno Brenes esté de retirada, la fusión entre estamento político e eclesiástico se sigue produciendo a través de los mecanismos de siempre. Las cofradías se dirigen a los políticos para exigirle presencia institucional y éstos no desaprovechan la ocasión. Al no ser que tu partido haga abiertamente bandera del laicismo como Málaga Ahora o Izquierda Unida, ya puedes ser un cargo electo poco practicante que vas, te cuelgas la medalla y te pones en primera fila.

La primera vez. A destacar, en esta ocasión, el estreno de un novato. En su primera Semana Santa, al menos desde que ocupa escaño en el Ayuntamiento de Málaga, el portavoz de Ciudadanos, Juan Cassá, ha experimentado un curso acelerado en iniciación cofrade. Así, en su incesante periplo por hacerse incluso más malagueño que los que han nacido aquí, se marcó una agenda ambiciosa. Asistió a la misa del alba de la Cofradía del Cautivo y la Virgen de la Trinidad, y acompañó también a la Cofradía del Rocío en su estación de penitencia el Martes Santo. Para completar los pasos necesarios en este amaestramiento, también contempló el desembarcó de los legionarios donde apareció junto a Lilian Tintori, mujer del encarcelado líder opositor venezolano, Leopoldo López, y que ya lleva más de dos años encerrado por oponerse abiertamente al chavismo en su escisión más opresora. En un movimiento hábil en consonancia con la naturalidad de Ciudadanos mostrada hasta el momento, muy cercana a la oposición venezolana, Cassá demostró que ha adquirido en los últimos meses ese olfato político para saber dónde y cuándo hay que estar, si uno no quiere salir pitando de la política más pronto que tarde. En parte, por haber sabido rodearse de la gente adecuada y, más importante aún, dejarse asesorar. Después de unos inicios que se recuerdan algo ramplones, ha encontrado su sitio en ese equilibrio que bascula entre ejercer de oposición por momentos, y de estabilizador en otros. Que Francisco de la Torre se esté enfrentando a su mandato más complicado se debe, también, a que Cassá le está molestando más de lo que quizá el veterano alcalde hubiera pensado cuando llegó a un acuerdo para ser investido con Ciudadanos.

Realidades opuestas. Está liderando Cassá una situación en el Ayuntamiento inversa a la que se está produciendo en la Diputación de Málaga. Su homólogo en la institución provincial, Gonzalo Sichar, ha estirado lo de «oposición responsable», fraseo sincopado al que siempre hace referencia, hasta el punto de que Elías Bendodo presume del contraste entre lo que sucede en los plenos municipales, donde Cassá ya le ha tumbado más de una moción al equipo de gobierno popular, y los plenos en la Diputación que discurren como la seda. La forma de hacer y deshacer de Ciudadanos en la Diputación, en estos primeros meses que van de legislatura, bien se podría acuñar como la política del efecto cohete-pluma. Consiste en un primer componente de aireada euforia tonal, que incluye fuertes críticas, que luego decaen con el paso de los días y llegan hasta el punto de cambios de opinión en menos de 12 horas. Ahí está la abstención en la votación sobre la vigencia o no de la Diputación de Málaga y la pasividad para exigir que se cambien los directores generales por funcionarios como ejemplos. Reconoció Sichar, en este sentido, su bisoñez cuando dijo en unas declaraciones a la Cadena Ser que habían «pecado de novatos» por incluir en el acuerdo de investidura el adverbio «preferentemente».

Ambiciones en el PP. Mientras tanto, entre procesión y procesión, la funcionalidad del Gobierno continuó tozuda e impasible. Según aseguran fuentes populares, lo seguirá haciendo hasta, al menos, el próximo mes de septiembre. A pesar del encuentro anunciado entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para este miércoles, en el PP ven imposible que Iglesias facilite un Gobierno con la abstención de Podemos y dan por hecho que habrá nuevas elecciones. A pesar de la incertidumbre política, el plan de ruta trazado por el PP para la provincia es ambicioso y pasa por recuperar algunas de las alcaldías perdidas en las últimas elecciones municipales. Entre ellas, algunas tan emblemáticas como Marbella o Vélez Málaga. Según cuentan fuentes del PP, la idea es aventar las discrepancias surgidas en el Ayuntamiento marbellí entre PSOE y CSSP a raíz de los presupuestos, con el último fin de desbancar de la alcaldía a José Bernal. Ahora gobierna con el apoyo de IU, Opción Sanpedreña y CSSP. En Vélez Málaga, el otro objetivo a corto plazo, el PP también planea desbancar al alcalde socialista Antonio Moreno Ferrer. Un escenario diferente se plantea en Torremolinos, donde el PP descarta la posibilidad de plantear una moción. La idea es consolidar a Margarita del Cid para que pueda dar el salto a la alcaldía en 2019. Además, fuentes del PP coinciden en destacar la buena sintonía existente con José Ortiz. Por otra parte, a medio plazo, el PP ha puesto en su punto de mira a Frigiliana y Torrox, mientras que se dan por perdidas a Ronda y Benalmádena. En el Rincón, tampoco habrá moción.

El polvorín de Mijas

Una estación de penitencia prolongada está siendo para los mijeños el continuo rifirrafe entre Ciudadanos y el PP. Esta semana, no se sabe ya cuántas van, se ha anunciado la enésima crisis de gobierno. Tras la marcha de Ángel Nozal del gobierno, el alcalde, Juan Carlos Maldonado, ha pedido en esta ocasión el cese de un nuevo concejal del PP, Juan Carlos González. El pacto de gobierno se tambalea y uno no sabe cómo sigue aún en pie con tanta inestabilidad.