El volumen total de créditos que manejan las familias y empresas de Málaga firmó en el conjunto de 2015 su séptima caída anual consecutiva pese a que los bancos sostienen que el grifo vuelve a estar ya abierto para el sector privado. Y es que pesan todavía muchos más los créditos de otras épocas que se van amortizando que los nuevos préstamos concedidos por los bancos, según explican tanto economistas como empresarios, que destacan además el gran número de garantías que siguen exigiendo los bancos a la hora de autorizar cualquier operación. Los últimos datos publicados por el Banco de España revelan que el saldo del crédito vivo en manos del sector privado descendió en la provincia otro 2,6% en 2015 y se sitúa en 32.773 millones de euros a cierre del mes de diciembre.

El descenso interanual resulta, eso sí, bastante más suave que el de otros años -llegó a ser del orden del 10% en 2012 y 2013- y presenta algún síntoma esperanzador, como el hecho de que en el último trimestre del pasado año, el crédito repuntó un 0,8%. No hay tampoco que lanzar las campanas al vuelo por ello, ya que el saldo ha aumentado en otras ocasiones de forma puntual en un trimestre para luego volver a su tónica de descenso general. De momento, nadie acierta aún a diagnosticar el final de este proceso de desapalancamiento de la economía (término que hace referencia al desendeudamiento del sector privado) pero lo cierto es que la restricción del crédito, afirma el Colegio de Economistas de Málaga, está impidiendo a la provincia aprovechar estos últimos dos años de cierta reactivación para crecer a un mayor ritmo en su PIB y crear así más empleo.

El sector privado en Málaga alcanzó su cima de endeudamiento en 2008, cuando en plena vorágine de consumo se alcanzó un récord de casi 47.500 millones en préstamos en vigor a familias y empresas. El advenimiento de la crisis acabó de golpe con la alegría crediticia y motivó un abrupto cierre de la ventanilla por parte de los bancos. La consecuencia es que siete años después, el volumen de créditos en poder del sector privado se ha reducido prácticamente en un tercio, con una bajada en cifras reales del orden de casi 15.000 millones de euros. Málaga ha retrocedido así al saldo que presentaba justo hace ahora diez años.

Tanto la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) como el Colegio de Economistas reconocen que el desapalancamiento de la economía española era un proceso necesario que, además, venía reclamado por Europa pero lamentan que la actitud de los bancos al restringir el crédito haya sido durante mucho tiempo «indiscriminada», sin distinguir si el cliente era solvente o no, lo que provocó en su día la desaparición de empresas y negocios que eran viables pero a los que le faltaba circulante para trabajar.

La CEM suele estimar que, de las 14.000 empresas que han desaparecido en Málaga durante los años de crisis, un 60% lo hizo por el problema de la financiación como causa principal, por encima de otros elementos como la caída del mercado. Este porcentaje duplica al de la Unión Europa, donde la falta de crédito está detrás de sólo un 30% del cierre de empresas.

Más crédito, pero «selectivo»

El presidente de la CEM, Javier González de Lara, opina que actualmente hay ya algo más de accesibilidad al crédito y mayor liquidez en el mercado, aunque sea de forma todavía «muy selectiva»: los bancos priorizan así a empresas de mediano tamaño, con líneas de negocio en los mercados exteriores y fundamentalmente en sectores como el agroalimentario o en los segmentos de innovación. Para el resto, el acceso es más restringido. «Los bancos tienen más dinero que ofrecer tras las medidas adoptadas por el BCE. Hay muchas empresas merecedoras de confianza, porque han superado la crisis. Hace dos años, el tipo de interés medio para un crédito a una pyme era del 6,5% y ahora ha bajado al 3,25%, casi la mitad. Eso indica que hay voluntad de los bancos por reactivar sus mecanismos comerciales, pero sin duda hace falta más», apunta.

Por su parte, el decano de los economistas, Juan Carlos Robles, constata que en el tema del crédito hay todavía hay más ruido que nueces. «Es más la publicidad por parte de los bancos y el estudio de operaciones que lo que realmente se concede. El crédito sigue estancado y así la economía no puede crecer. Sólo estamos creciendo a través del ahorro privado y eso sólo da para un crecimiento paulatino de la economía», señala. Robles cree que con un escenario más normalizado de crédito, el ritmo de crecimiento anual del PIB en Málaga podría acercarse al 4% y generar así empleo de forma más intensa (el año pasado registró un 3,3% y para este año se espera un 2,7%).

A su juicio, para ello es necesario que las entidades rebajen sus exigencias de tipos de interés, garantías y avales para facilitar la financiación a particulares y empresas, con lo que se reforzaría la reactivación del consumo y se permitirían mayores inversiones. Algo que, en su opinión, acabará ocurriendo «ya que el negocio principal de los bancos es prestar dinero».