«A veces paso vergüenza porque no me siento ningún héroe. Las personas que luchan día a día contra este tipo de situaciones sí lo son. Sé de lo que hablo. Desde hace algo más de un año tengo la gran suerte de ser pareja de una persona con discapacidad y te sorprendería la fortaleza que tienen para afrontar los problemas que les van surgiendo». Dos años y un mes después del incidente, a Guillermo López le siguen dando mucho corte los elogios por haber echado del autobús al viajero que le exigió que expulsara del vehículo a Jaya, la perra guía que viajaba debajo del asiento de Sheila Hernández cuando regresaba de su clase de judo.

El conductor de la Empresa Malagueña de Transportes (EMT) insiste en que esta historia nunca debió producirse, que no hizo nada que cualquier compañero o persona hubiese hecho, pero reconoce lo reconfortante que es seguir recibiendo felicitaciones desde que el pasaje de aquel viaje de la Línea 3 (Puerta Blanca-El Palo) estallara de júbilo con su decisión. Sobre todo desde el pasado Jueves Santo, día en el que la noticia publicada por La Opinión de Málaga el 28 de febrero de 2014La Opinión de Málaga se reactivó para convertirse en un fenómeno viral dos años después.

«Entonces me llamó mucha gente. Después, afortunadamente, el tema se desinfló, aunque de vez en cuando me lo recuerda un compañero o algún pasajero que vivió la escena», explica antes de confirmar cómo la semana pasada comenzó a recibir felicitaciones, incluso durante la carrera ciclista de la Copa de Andalucía en la que participó el domingo en Dos Hermanas (Sevilla) junto a su equipo, Ciclos Castillos FCM.

Sheila también ha notado la segunda ola de repercusión que ha tenido la noticia después de tanto tiempo. «Estos días me ha agregado a su Facebook un montón de gente», dice a carcajadas mientras vende cupones en El Palo, su barrio. La invidente, de 30 años, define el incidente como algo «muy desagradable», aunque por suerte no ha vivido situaciones tan extremas. «Siempre hay alguien que dice algo cuando voy al supermercado o a un restaurante, pero aquello...», fue demasiado. Sheila recuerda que aquel 21 de febrero se sentó en uno de los asientos rojos reservados para minusválidos por indicación de otro viajero. Junto a ella había un hombre mayor acompañado por una mujer. Jaya se puso al otro lado de su dueña para no molestar, pero él explotó. «No me dejó hablar, ni siquiera se dirigió a mí». Después de gritar y discutir con la persona que me indicó el asiento, el conductor detuvo el autobús. Guillermo improvisó una parada de urgencia a la altura de La Equitativa para explicarle que los perros lazarillo tienen permitido viajar con sus dueños mientras el resto de pasajeros comenzaba a increpar al anciano. Este alegó ser alérgico, rechazó cambiarse de sitio y exigió que echaran al perro. La joven hizo el amago de salir para poner fin al conflicto. «Ni se te ocurra bajar del autobús», le dijo el chófer a Sheila antes de invitar al hombre a abandonar el vehículo o llamaba a la policía. Y se bajó. Como Guillermo, Sheila se queda con la reacción del resto de pasajeros, que celebraron la medida y siguieron riñendo al peatón a través de los cristales.

La solidaridad no caduca. La mecha de la solidaridad la volvió a encender la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga, que el pasado jueves 24 de marzo compartió la noticia en su muro de Facebook a primera hora de la mañana y provocó la interacción de muchos de sus seguidores. La viralidad, sin embargo, explotó cuando SOS Abuelos, un perfil que trabaja por el bienestar de animales ancianos, también compartió el enlace a las 11.40 y aumentó exponencialmente su difusión por todo el país. Lejos de desinflarse, la información tocó techo el viernes gracias al impulso que le da la APDA Policías por los Animales, un cañón que ayudó a que, sólo ese día, entraran a la página más de 104.600 lectores. Entre el jueves y el domingo, más de 227.200 personas pincharon la noticia, cifra que supera la alcanzada hace dos años y que no incluye las miles y miles de personas que la compartieron a través de la red social, los miles y miles de me gusta y otros tantos comentarios elogiando la actitud del conductor de la EMT.

El jefe del Departamento de Servicios Sociales de Málaga de la ONCE, Marcelo Rosado, asegura que incidentes como el que sufrió Sheila son muy puntuales y que desde entonces no les consta algo similar en Málaga. «Otra cosa es que ocurra un hecho muy puntual y la persona afectada no nos lo comunique, pero en general podemos decir que la sociedad está muy concienciada en este sentido», indica.