«Aquí los bichos no pasan hambre, están bien alimentados porque todavía quedan personas que tiran las bolsas de basura. Los vemos desde aquí: miran para todos los lados y luego tiran la bolsa al solar», lamenta Ana Rodríguez.

Esta vecina de la calle San Félix Cantalicio, 6 -un bloque de viviendas municipales para 17 familias inaugurado hace un año- recibe a La Opinión a las 10.30 de la mañana del martes con las persianas cerradas a cal y canto. Vive en un bajo con su marido, Jaime Igorra, y tiene miedo de que en su casa entre una rata por la ventana. La culpa la tiene un solar al otro lado de la calle, que como ella misma explica, se ha transformado «en una selva virgen». Y en lugar de animales salvajes hay ratas, lagartijas y cucarachas.

Ana y Jaime, que denunciaron la situación de este rincón de Capuchinos el pasado 12 de enero en estas páginas, han vuelto a llamar la atención porque pese a las denuncias que han presentado en el Ayuntamiento, «han dado la callada por respuesta», lamenta Jaime Igorra.

El problema, cuenta, se ha agravado a raíz de la huelga de basura, cuando ha aumentado el lanzamiento de bolsas al solar por parte de personas incívicas. «Las bolsas no se ven de lo mucho que han crecido los matorrales. Las higueras las aguantan los cables del teléfono», cuenta Jaime. Ana detalla que sin estos cables, «las ramas se caerían a la calle».

En el reportaje del 12 de enero, el diario recogió además la situación del vecino colegio diocesano Divina Pastora, que aunque da a la plaza de Capuchinos, la parte trasera asoma a la calle Félix Cantalicio y de hecho acaba de abrir una salida de emergencia por esta calle, ocupando una pequeña parte del solar, destacan los vecinos. Como informaron entones fuentes del colegio, en Navidad hubo que desratizar el centro, aunque desde entonces no han tenido más problemas, señalaron ayer las mismas fuentes.

La Gerencia de Urbanismo informó en enero de que se trataba de un solar privado y no municipal. En cualquier caso, Ana Rodríguez y Jaime Igorra recuerdan que, con motivo de la inauguración del bloque, Urbanismo se encargó de limpiar la parcela. «El solar tenía una puerta y por ahí entraban y salían a drogarse. Protestamos y vino el Ayuntamiento y la tapió y quitó toda la porquería», resumió entonces Jaime.

Por este motivo, los vecinos vuelven a pedir a la Gerencia de Urbanismo que, un año después, limpie el solar de forma subsidiaria y luego pase la factura de la limpieza a los propietarios.

Se da el caso además, señala Ana Rodríguez, de que el Ayuntamiento acaba de retirar toda la maleza de un solar vecino, en la calle Tejidos, «y no tenía tantos matojos como teníamos nosotros», destaca.

Como hicieron en enero, los vecinos también proponen que se haga algo más que limpieza en este solar que no parece interesar a nadie: «Aquí en el bloque hay muchos chiquillos pequeños, si se hormigonara y se pusiera un parque infantil ya no tendrían que jugar en los rellanos y al tener un sitio el bloque permanecería siempre limpio.

Ana cree que si el Ayuntamiento sigue sin hacerles caso, tendrá que buscarse otro sitio en el que vivir para poder abrir las ventanas a diario.

Y un año después de la inauguración, además del solar con ratas los vecinos de este bloque del Instituto Municipal de la Vivienda siguen sin farolas delante de su fachada. Faltan todavía tres y por eso tienen que dejar encendida la luz del portal toda la noche. Son los olvidados de San Félix Cantalicio.