­Si uno de los objetivos de los radares es frenar el exceso de velocidad en pro de la seguridad vial, en Málaga no se cumple ni de lejos. Todo lo contrario. Sobre todo en los principales dispositivos que, a priori, más tiempo llevan en la misma ubicación y que mejor señalizados deberían estar. Y si el pasado sábado este periódico destacó cómo las carreteras malagueñas albergan cinco de los quince radares más productivos que la Dirección General de Tráfico (DGT) gestiona en todo el país (en Cataluña y País Vasco los controlan las policías autonómicas) y la provincia es la segunda con más infracciones de este tipo después de Madrid, una revisión de las estadísticas que la propia DGT ha facilitado a Automovilistas Europeos Asociados (AEA) revela un aumento de sanciones cuanto menos inquietante.

Para empezar, decir que los radares de Málaga cazaron durante 2015 a un total de 256.639 conductores circulando por encima del límite establecido frente a los 211.157 del año anterior. Esas 45.482 sanciones más suponen un incremento del 21,5% y una confirmación de esa tendencia ascendente, ya que en 2013 apenas se tramitaron 93.618 denuncias por velocidad. «El aumento es muy importante y no sólo demuestra que la actual política de radares no tiene una finalidad preventiva, sino que en Málaga se han convertido en un instrumento más de recaudación», explica el presidente de AEA, Mario Arnaldo. El experto argumenta que las cifras demuestran claramente que la presencia de los radares no ha demostrado que sean eficaces a la hora de que la gente circule a la velocidad permitida, al contrario. Una de dos: «O el límite de velocidad no es creíble en los tramos o las señales no son legibles», indica antes de añadir que la mayoría de las infracciones no se producen en las carreteras secundarias, donde la DGT asegura centrar todos sus esfuerzos al ser donde se concentran la mayoría de los accidentes más graves. En el caso de Málaga, las cifras son aplastantes. En la lista de radares más activos, los nueve primeros están ubicados en autovías y el aumento que han experimentado algunos de ellos durante 2015 es brutal.

El líder, el existente en el kilómetro 128,7 de la A-45 (Las Pedrizas), sumó el año pasado 58.493 infracciones más que el año anterior, cuando registró 37.864. Ese incremento del 54% es casi simbólico si se compara con el 412% del radar situado en el kilómetro 246 de la A-7 a su paso por El Palo, que pasó de las 8.661 sanciones de 2014 a las 44.404 del pasado ejercicio. Otras dos máquinas de la A-7, situadas en los puntos kilométricos 201 y 205,2 de Mijas, también registraron aumentos del 321% (de 6.335 a 26.721) y 103% (de 13.564 a 27.552), respectivamente. En este sentido, desde Automovilistas Europeos Asociados consideran que estas cifras suponen «un peaje», «más cuando el 80% de las multas por velocidad que se registran en nuestro país son por excesos mínimos», explica Arnaldo, quien a priori no cree que detrás del aumento de multas se encuentre el umbral de tolerancia que comenzó a aplicarse a principios del pasado año. Con este método, el objetivo de la Dirección General de Tráfico era unificar el umbral de tolerancia en 7 km/h para límites hasta 100 km/h y 7% para límites superiores, de modo que el conductor conocerá cual es la velocidad a partir de la cual cualquier radar denunciará.

Una portavoz de la DGT aseguró ayer a este diario que el incremento de infracciones por exceso de velocidad puede deberse al aumento del tráfico de vehículos en las carreteras, aunque no aportó datos al respecto.