El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Lorenzo del Río, afirmó ayer que es importante «seguir en esta línea de prestigiar a la justicia» y explicó que dentro de la administración «es muy importante el factor humano».

Con motivo del acto judicial de imposición de la Cruz de San Raimundo de Peñafort al magistrado Manuel Caballero-Bonald, Del Río señaló que este acto es un homenaje «para el presente, el pasado y también una apuesta por el futuro siempre de compromiso con la justicia». Indicó que esta distinción reconoce a compañeros que llevan trabajando con «compromiso, sensibilidad y esfuerzo» en una audiencia como la de Málaga, además destacó «el nombre de la familia Caballero-Bonald, muestra de gratitud profesional y personal a la trayectoria del padre y del hermano» del premiado, ya fallecidos.

Sin embargo, Del Río denunció en su discurso la falta de medios de los que dispone la justicia en España, ya que se la considera «la hermana pobre del Estado» que actualmente sufre un momento complicado de «sobrecarga de trabajo».

El magistrado homenajeado, Manuel Caballero-Bonald, que fue miembro del tribunal del macroproceso del caso Malaya, recordó dentro de su trayectoria su etapa como juez decano que ya fue un honor representar a sus compañeros, por lo que procuró «defender su opinión» aunque no coincidiesen con la suya propia.

Caballero-Bonald destacó la simbología del lugar en el que se celebró el evento, la sala de vistas número 4, «que se conoce como la sala del caso Malaya», y que valoró como la joya de la corona de la administración de justicia, y en el que participó dentro de la Sección primera. Recordó emocionado la figura de su hermano, también dedicado al mundo judicial, y señaló que «él sí que merecía esta cruz» como reconocimiento a su trabajo.

Además, señaló que se siente satisfecho de desempeñar de manera plena la vocación de magistrado, ya que siente «una vocación de creencia en la justicia» y que durante el ejercicio de su trabajo los profesionales «deben estar dispuestos a aguantar los reproches dignos de la profesión».