Las doce del mediodía en un martes lluvioso y el ajetreo habitual del Bar Mercado de Huelin sigue intacto. Se venden los últimos churros, se recogen las últimas mesas y se preparan los cafés para los más rezagados. Comienza la segunda parte del día, la más mediática, la de los almuerzos a tres euros.

Primero, segundo, bebida, café o infusión a precio de desayuno. El bar, que lleva funcionando cuatro décadas, se ha consolidado como uno de los establecimientos que ofrece las comidas más baratas de España. Se trata de un negocio familiar que ha alcanzado la fama desde hace cinco años cuando comenzaron a servir almuerzos a precio de ganga: «Esta iniciativa surgió cuando comenzamos a preparar menús y nos dimos cuenta de que sobraba mucha comida, estábamos en un momento de crisis y decidimos poner en marcha esta iniciativa que sigue funcionando a día de hoy», comenta Chiqui, la responsable de los menús, que no deja de limpiar la máquina de los churros mientras habla en una cocina estrecha donde pasa los días desde las cinco de la mañana hasta pasadas las cuatro de la tarde.

Su clientela es fiel y muchos de ellos acuden cuando las agujas del reloj marcan las dos: «La mayoría son pensionistas y no llegan a final de mes, pero también vienen parejas jóvenes con niños pequeños que piden dos almuerzos para los cuatro porque no pueden permitirse más», comenta Mame, hermana de Chiqui y responsable de las mesas, que asegura que en su bar nunca se tira la comida y que todo lo que sobra va a parar a las personas que viven a las puertas del mercado. La camarera hace un llamamiento a todas aquellas personas sin recursos que quieran acudir al establecimiento a por la comida que sobra del día: «A mí el pan no me dejan devolverlo», dice.

Un negocio familiar en el que trabajan también los hijos de Chiqui: Adrián y Enrique; la cuñada de Mame, Eva, y Lola que tras la barra es considerada como una más de la familia.

Supongo que se preguntarán si les sale rentable este tipo de iniciativa y la respuesta es sí, un trueque con los puestos del Mercado de Huelin hace que los productos lleguen a la cocina sin necesidad de que la cocinera se mueva de ella. «Nosotros les ofrecemos desayunos más baratos y cuando vienen les encargamos los productos que llegan frescos al plato del cliente».

Lentejas, gazpachuelo, patatas a lo pobre, patatas en adobillo, la paella o la tortilla de patatas son el rey y las reinas de la mesa que durante la semana nunca ve repetidos sus platos aunque todos los días ofrecen pasta. Ofertan gran variedad de productos frescos pero los lunes, eso sí, no hay pescado porque no llega al mercado. Los desayunos también han sido contagiados por la fiebre de los bajos precios y con el café a un euro las camareras no dejan de servir mesas durante toda la jornada.

El domingo es el día de descanso de Chiqui, que sigue en la cocina empeñada en preparar los productos para la hora de comer y mientras nos atiende se comunica con su hermana a través de la pequeña ventana de la cocina por la que recibe las comandas. Uno de sus hijos termina de preparar los molletes que acaban de pedir unos clientes y la camarera habla con los dos señores que están en la barra.

Esa, dicen, es la clave del éxito. Buen trato y productos de calidad en un bar que ya prepara las coles para el día mientras en la calle y desde el mercado cantan los precios de los productos, a euro, a dos euros y a precio de ganga.