Como en Qué bello es vivir, la famosa película navideña de Capra o en muchas novelas de Dickens, la sorpresa inicial por una noticia inesperada ha dado paso a una felicidad desbordante. Es lo que ayer experimentaron Inma Sarmiento y Juan José Navarro, los padres de Alejandro, un chico de 15 años con parálisis cerebral que recibirá una vivienda en una planta baja, donada por un empresario ibicenco, para que deje de vivir en un primer piso en una vivienda social de la Junta sin ascensor y de dos alturas. La familia llevaba 13 años pidiendo a la Junta y el Ayuntamiento el traslado a una planta baja.

Tras conocer por este periódico el gesto de generosidad de este donante anónimo el desfile de vecinos fue continuo y a lo largo del día no dejaron de recibir abrazos y felicitaciones, también cuando salieron por el barrio: "Juani ha tardado hora y media del medico a aquí, todo el mundo le ha estado felicitando. Está el barrio revolucionado", comentaba la madre de Alejandro, que por primera vez en su vida ha puesto en su perfil de whatsapp la frase "Estoy muy feliz".

La vivienda social en alquiler, en el Llano de Doña Trinidad, recibió la visita de dirigentes vecinales, vecinos y amigos de la familia como Mariana Quesada, que participa con Juan José e Inmaculada en una pastoral en la iglesia de San Domingo y que confiesa que al enterarse de la noticia a la madre de Alejandra sin poder contener las lágrimas.

Su cuñada, Rosana Martín, que tiene especial química con Alejandro -con ella el chico es capaz de decir palabras sueltas y mantener una conversación fluida- valoraba la generosidad del hombre de negocios de Ibiza: "Que siga habiendo personas así que se sigan molestando por otras es increíble".

Se da la circunstancia además de que los padres de Alejandro habían recibido ayer por la mañana una transferencia bancaria de este donante, con la que hoy jueves podrán evitar que les corten la luz "y también pagaremos el recibo del agua y haremos una compra", señalaba Inmaculada, que explicó que el «ángel venido del cielo», como calificaba ayer al empresario, quería que la familia pudiera celebrar una cena «como si fuera una cena de Navidad», algo que, explica, harán en los próximos días. La familia vive hasta ahora con los 400 euros de la pensión de su hijo y pagan 50 de alquiler.

También quiere el ibicenco que ha marcado sus vidas que Alejandro reciba con esa transferencia un gran regalo. "Primero pidió un coche de policía, ahora dice que una moto pero una de verdad, ya le he dicho que no puede ser, que se la compraremos de juguete", sonríe la madre.

Aparte de la falta de accesibilidad durante 13 años, Inmaculada Sarmiento llevaba ocho en paro: "Me hicieron un transplante de riñón he intentado buscar trabajo pero siempre de limpiadora, a lo que me dedicaba, pero ese trabajo no lo puedo hacer", explica. En cuanto a Juan José, estuvo trabajando tres meses el año pasado en un programa para parados de larga duración pero hace cuatro años que no tiene un empleo. El padre de Alejandro confiesa que lleva "tres noches sin dormir". "Sigo como en una nube", reconoce emocionado.

El hombre de negocios, cuenta Inmaculada, "quiere que nos vayamos a la casa nueva, la que elijamos, antes del verano. Verás que en un mes me veo con la mudanza", bromea feliz.

La revolución de la generosidad ha llamado a su puerta y viene de la isla de Ibiza.