Ya lo decía Aristóteles, la naturaleza nunca hace nada sin motivo. Desde hace tiempo avisa; sus recursos son limitados y la sobreexplotación de los mismos que el ser humano ha practicado durante décadas tendrá consecuencias nefastas si no ponemos solución. Málaga es uno de los puntos calientes ante el cambio climático. Hábitos de vida, agricultura, turismo, abastecimiento y otras cuestiones dependen de lo que hagamos ahora.

En un momento político delicado, cuando el papel de las diputaciones está más que cuestionado, la Diputación provincial de Málaga se marca un tanto y presenta un plan para liderar la lucha contra el cambio climático basado en tres ejes. La reducción de las emisiones del CO2 y la lucha contra la emisión; el aumento del uso de energía renovables y la mejorar de la eficiencia energética. Un paquete de medidas que divisa en el horizonte el objetivo el plan 20/20/20 de la UE basado en promover las renovables, ahorrar el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero.

No hay lugar sostenible por definición pero una ciudad sí puede ser más o menos sostenible, entendiéndose por ese término aquel lugar con espacios verdes, que se autoabastece energéticamente, no desaprovecha los recursos y hace un uso y mantenimiento de los recursos naturales responsable. En ello está Málaga.

«En economía lo llamamos Transición hacia una economía baja en carbono. Son necesarios cambios profundos y estructurales en los modos de habitar, producir, comerciar y consumir. En definitiva, optar por una economía más consciente de su relación con la ecología y más consecuente con sus acciones. En nuestra provincia esto se traduce en la necesidad de reformular la economía hacia lo que llamamos economía circular en la que no se produzcan residuos ni se generen externalidades como la contaminación», explica el profesor de Economía de la Universidad de Málaga y experto en medio ambiente Juan Marcos Castro.

Hace años que la ciudad ya incluye entre sus objetivos medidas que avancen por ese camino y la apuesta por el reciclaje es una de ellas. La basura orgánica y el resto de residuos los gestiona el Ayuntamiento de Málaga en la capital, la Mancomunidad Occidental en la Costa del Sol y los 89 municipios restantes los lleva la Diputación. Tres administraciones que abogan por potenciar la conciencia ciudadana ante la necesidad de seguir reciclando. La asociación Ecoembes destaca que España supera con creces los objetivos de reciclado impuestos por la UE. España tiene una tasa del 73% frente al 55% que impone Europa, sin embargo Málaga aún está algo por debajo de la media nacional si se analiza por tipos de envases.

La diputada de Medio Ambiente y Promoción del territorio de la Diputación, Marina Bravo, asegura que el objetivo es potenciar el reciclaje en el origen e ir hacia los modelos que llevan los países más avanzados, que abogan por la valorización energética a través de la quema de residuos. En España ya comienza a verse algo pero aún es testimonial; el vertedero es la opción que impera.

Las infraestructuras hidráulicas son uno de los grandes problemas de Málaga. Los expertos aseguran que el clima tiende a ser más seco y el riesgo de sequía es una amenaza que podría poner en tela de juicio el abastecimiento a la población y los cultivos. La Delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía asegura que hay fórmulas para combatir este problema pero requieren de inversión. Algunos son proyectos esperados desde hace años que no acaban de hacerse tangibles. Utilizar los pozos de La Aljaima y Fahala (de los seis existentes solo uno sirve); conectar el sistema capital con la Axarquía y las conducciones de la Costa del Sol, previo obras; aprovechar la desaladora del Atabal o hacer obras en los sistemas del Guadalhorce son algunas de las opciones viables. Sin embargo, el principal desequilibrio que presenta la provincia es la ruptura del equilibrio natural, sobre todo en la costa. El agua es un bien escaso cada vez más contaminado por los vertidos urbanos y el agotamiento de la biodiversidad, afirma Juan Marcos Castro.

Las energías renovables es otra de las apuestas de Europa. El presidente de la Asociación de Promotores y Productores de Energías Renovables de Andalucía (APREAN), Mariano Barroso, asegura que Málaga lidera muchos proyectos en este ámbito. Smart City, el uso de coches eléctricos, instalaciones fotovoltaicas y eólicas y otros recursos que se topan con el «impuesto al sol» del Gobierno Central y frenan su expansión. «Hay mucha producción de agua caliente solar pero falta el autoconsumo eléctrico retenido por el decreto. No tiene sentido que vayas a Alemania que produce energía con la mitad de horas de sol y aquí esta casi penalizado», sentencia.

Las zonas verdes son otro de los parámetros que miden la sostenibilidad de una ciudad. «Málaga sigue siendo una de las ciudades europeas con menos metros cuadrados por habitante; eso, unido a que hay una tendencia a los espacios públicos minimalistas en los que se cortan árboles, la convierten a esta y a otras ciudades, con este clima, en lugares inhabitables», explica el Salvador Arijo, uno de los integrantes de Ecologistas en Acción. Sin embargo, el cambio en los últimos 20 años ha sido notorio, según expresa el director técnico de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez. En el año 95 había 1,3 metros por habitante y en 2014 ya superaba los siete metros cuadrados y se equipara a ciudades como Sevilla. Aun así, la Organización Mundial de la Salud recomienda 12. «Hay un indicador positivo y es que el 90% de los malagueños tiene a menos de 500 metros una zona verde», sentencia. La creación del parque del Campamento Benítez, de la zona de San Rafael, el parque del Arraijanal en Guadalmar, dependiente de la Junta, y otros proyectos sumarían hasta dos millones de metros cuadrados de zona verde que subirían la ratio a 10 metros por habitante. «En cinco años esperamos que estén creados», sentencia.

«El mejor plan contra el cambio climático en la provincia sería un Plan de Desarrollo Sostenible que definiera las bases de la nueva economía verde en la provincia. Es necesario incidir no en los efectos, sino en las causas del cambio climático, sobre el urbanismo no ecológico, sobre la movilidad urbana y metropolitana, sobre el comercio de productos desde lugares cada vez más lejanos, sobre el modelo de agricultura industrial, pero sobre todo, sobre el modelo económico que asocia consumo con felicidad», sentencia Castro.

CifrasReciclar, una práctica cada vez más habitual

Los datos que arroja la asociación Ecoembes son de 2014 y detallan que más de 560.000 habitantes tienen acceso a contenedores amarillos (plástico) y azules (papel y cartón). La media de envases recogidos en el contenedor amarillo fue de 8,4 kilos por habitante, una cifra aún por debajo de la media nacional de 12,3 kilos por habitante aunque nos equivocamos menos al depositar los envases. En cuanto al cartón, se recogieron 12 kilos por habitante, algo menos de los 14,7 kilos a nivel nacional.

TasasZonas verdes, lejos de los niveles de la OMS

La ciudad ha avanzado a pasos agigantados en esta materia pero aún quedan lejos los 12 metros cuadrados por habitante que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Solo en la ciudad, el director técnico de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez, detalla que en el año 95 había 1,3 metros por habitante y en 2014 ya había aumentado esta cifra por encima de los siete metros cuadrados y se equipara a ciudades como Sevilla, Granada, Córdoba o Barcelona, según expresó. Existen grandes proyectos de zonas verdes que darían un empujón para subir puestos aunque aún están sobre le papel.

RetosLa renovables: el veto del Gobierno

El presidente de la Asociación de Promotores y Productores de Energías Renovables de Andalucía (APREAN), Mariano Barroso, asegura que Málaga es una de las ciudades más punteras en este sector. Pionera como Smart City, apoyo a los coches eléctricos e instalaciones fotovolcaicas y eólicas el gran hándicap que encuentra para despegar es la normativa actual del Gobierno central con el criticado «impuesto al sol». Permitiría el autoconsumo y crearía puestos de trabajo que ayudarían a la economía.

AguaLas infraestructuras hidráulicas, deficientes

Una de las consecuencias del cambio climático en la provincia será la falta de precipitaciones y el aumento de los periodos de sequía. Asegurar el suministro para los cultivos y la población es prioritario y la Delegación de Medio Ambiente de la Junta plantea varias opciones. Entre ellas destaca aprovechar los pozos de La Aljaima y Fahala (de los seis existentes solo uno sirve). Conectar el sistema capital con la Axarquía y las conducciones de la Costa del Sol, para lo que habría que hacer obras. Aprovechar la desaladora del Atabal o hacer obras en los sistemas del Guadalhorce. Opciones que precisan de inversión.

SueloReforestar, necesario pero con cabeza

Una de las medidas estrella del plan contra el cambio climático que presentó la Diputación pasa por la plantación de un millón de árboles hasta el 2020. Una medida para reducir las emisiones del CO2 y luchar contra le erosión. Y es que aseguran que 25.000 hectáreas de suelo forestal son de actuación prioritaria ya que la erosión supera las 50 toneladas por hectárea y año. La reforestación es una medida para aminorar el cambio climático pero deben tener en cuenta varios aspectos, según los expertos.