­No hay una decisión tomada de por dónde se construirá el tren litoral. A los estudios de demanda, las dificultades técnicas de su construcción o el coste económico hay que unir el impacto ambiental. Los primeros estudios se decantan por la alternativa litoral como la más «amigable» con el entorno. La afección en la superficie (cauces de ríos, litoral o zonas protegidas, incluso la creación de barreras físicas) es prácticamente nula. Sólo se advierten algunos aspectos. Por un lado, reclama una buena gestión de los vertidos de tierra procedentes de la excavación de los túneles, para evitar que alteren el entorno.

El paso cercano por las Dunas de Artola exige medidas correctoras y de vigilancia para evitar daños en este paraje. Por último, aunque advierte de que las emisiones de ruidos son prácticamente nulas, sí que se produciría una transmisión de vibraciones a las viviendas, que habría que estudiar con más detalle.

La alternativa interior, paralela a la AP-7 en su mayor parte del trazado, tiene un 30% de su trazado en superficie, lo que supone la existencia de un efecto barrera para la fauna, además del riesgo de colisión que supone la instalación de las catenarias del tren.

El informe de impacto ambiental también detalla que esta opción puede representar un riesgo para los cauces de los ríos que se encuentran en su trazado, aunque eso dependerá de la opción constructiva al paso de cada río.

Sobre las posibles emisiones contaminantes, el estudio del Ministerio de Fomento recuerda que el ferrocarril es el medio con menos impacto en emisiones, por lo que ninguna de las alternativas originaría muchos problemas.