­Puede decirse que España no es un país especialmente violento porque su tasa de homicidios no llega a uno por cada 100.000 habitantes cuando la media mundial es de ocho y de hasta 50 en algún país. Eso sí, una mayoría de ellos (entre 6 y 7 de cada 10) se perpetran por un «pronto». Son los «coléricos». Málaga es una de las zonas donde se concentra un mayor número de homicidios, seguida de Alicante, Murcia , Sevilla y algunos pueblos de la comunidad de Madrid.

Muy diferentes a los «instrumentales», a ese entre 30 y 40 por ciento de los homicidios que se planifica buscando una «ganancia», no necesariamente material. En la clasificación que hacen algunos podría hablarse de crímenes «nórdicos», de mente fría, meditados, económicos... Y de crímenes mediterráneos, de «prontos», pasionales, de sangre...

De todos modos, como explica el capitán Vicente Calvo, de la Unidad Técnica de Policía Judicial (UTPJ) de la Guardia Civil, especializado en delitos contra las personas y que en su trayectoria ha investigado numerosos homicidios, en España la criminalidad en términos de muertes violentas está descendiendo considerablemente.

Y lo corroboran, por ejemplo, las estadísticas de la demarcación de la Guardia Civil. Así, de los 170 homicidios aproximadamente que se contabilizaron entre 2005 y 2007 se ha descendido hasta las 121 muertes del año pasado, ocurridas en 112 casos investigados.

Aunque no sean las mismas cifras, en términos relativos y referidos a esa disminución, estos resultados pueden extrapolarse a los territorios «controlados» por la Policía Nacional o las autonómicas. Con unas o con otras, o con la suma de todas, España está por debajo de la media europea.

Calvo es tajante al afirmar que no puede hacerse un perfil exacto del homicida en España. Aún así, resulta inevitable estudiar y comparar los crímenes, en un análisis que arroja algunas conclusiones, según los exhaustivos estudios que la UTPJ realiza de esos hechos luctuosos.

La primera de ellas es que sólo el 10 por ciento de los autores materiales son mujeres, lo que contrasta con otro dato: el 40 por ciento de las víctimas son féminas. A muchas de ellas (en la demarcación de la Guardia Civil en 2015 un total de 26) les ha arrebatado la vida su pareja o expareja.

Otra conclusión: el homicida tipo es un hombre, en un 70 por ciento de los casos español (le siguen rumanos y marroquíes en consonancia con las nacionalidades más numerosas en nuestro país) y con una edad de entre 30 y 60 años que, además, hace uso para su acción de un arma de «oportunidad», generalmente un objeto contundente. Quizá por la idiosincrasia del país, la mayoría de los homicidios son «coléricos», perpetrados, como gráficamente señala el capitán de la Guardia Civil, al «calor del momento», con motivo de una relación familiar, sentimental o circunstancial.